Mostrando entradas con la etiqueta Carrió. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carrió. Mostrar todas las entradas

lunes, 6 de julio de 2015

monstruos



Luego de las elecciones del domingo, quiero decirles qué creo y es una opinión nomás, íntima e inconsulta.

Yo votaría a Lousteau, sin dudarlo un instante.
Sí, dijimos que eran lo mismo o peor.
Sí, dijimos que es un corrupto y sí, sabemos todo eso.
Pero si me das a elegir a malo conocido (con candidato nacional y estructura de caja directa) y MALO por conocer (sin candidato nacional y sin caja directa estatal), elijo al malo por conocer (aunque después tenga la caja estatal directa).

El planteo de mínima no es ni ganarle a Larreta, (porque no se lo votaría desde el FPV en masa ni aunque lo pida CFK, y aún si todos lo votáramos, no se llega a ganar), sino que no gane por una cantidad infernal y el PRO cancherée con la marquesina citadina a todo un país, meta bailecito loco.

Entonces el escenario 1:
PRO recontra debilitado ganando CABA por menos de diez puntos, proyectando a nación que ni en su pago chico donde juega de local pudo ganar tranquilamente, generando en tiempo real y de modo tangible que la mitad o más de la mitad de CABA no lo quiere.

El escenario 2:
ECO ganándole al PRO por medio voto.
Si sucediera, ECO no es plataforma de nada y menos para candidatos cualunques o muertos políticos como el impresentable de Sánz o la extraviada ridícula de Carrió que NO TIENEN VOTOS PROPIOS QUE DEBAN TOMARSE EN SERIO.
Son testimoniales y negociados a punta de "derrota cara": esto es, van a las PASO con Macri para poder seguir viviendo de algo y rompiendo los huevos desde bancas, no porque en efecto vayan a creer o suponer que podrían tener alguna chance de ganar la elección grande, porque en efecto no la tienen.
Todos estos, Lousteau, Larreta, Macri, Carrió, Sánz, Massa, tontos no son.

Y la verdad es que perder ya perdimos en CABA, y ahora hay que empezar a mirar con extrema atención a la elección grande.
En esa no podemos, creo yo, darnos el lujo de jipearla o de hacer el “voto hipster”, el de la conciencia, el suave.

Es también la hora de no pensar ni un ratito en si nos da asco, si nos da cosa, si nos cortaríamos la mano antes de votar a X o Y: la realidad dista mucho de lo que podamos hablar con nuestra almohada (y nos importa nada más que a nosotros) y la elección grande no está ganada ni por las tapas, aunque se busque generar esa "sensación".
Valga la novedad: no importa quién vote, o pensando en qué cosa lo haga. 
Nosotros no buscamos voto calificado o el voto del puro y casto.
A vuelo de portadas de diarios, entrevistas y noticias, de gestos y decisiones, no va a ser fácil ya no gobernar entre sciolismo y kirchnerismo puro y duro, sino llegar enteros y amables hasta la elección en primera instancia.

Muchos votantes siguen sin decidir si apoyan abiertamente al candidato del FPV, al candidato de Cristina, al candidato kirchernista, o si se van a lanzar a la aventura de quitar del medio al más kirchnerista de todos nosotros, que es Zannini, en nombre de una pureza de espíritu que bastante tiene más que ver con no arriesgar y quedar bien con el primo que con el poroteo de verdad y la política en toda su macábra palidez: esa parte de la política en la que se cocina todo lo hermoso que después hacemos canción, bandera y es dueña de nuestras lágrimas de orgullo militante.
Pero, pero, pero: no hay más opción aquí para los que fuimos, somos y hacemos al FPV y al movimiento.

Así las cosas, entre Drácula, Lousteau, Frankenstein y Larreta ya sabemos que son monstruos, pero no quiero que ese monstruo alimente al monstruo mayor en la elección grande: marche un mimoso “jodete porteño” por aquí, sin ánimo de fitopaizar a la política, por favor, faltaba menos.

La intención de lo que expreso ni es que gane Lousteau (es la matemática, estúpido), sino que no gane Larreta por un margen que le sirva de marquesina, como le viene sirviendo a Macri: lo hizo con Boca y se convirtió en alcalde, y ahora va por Nación sin más plataforma REAL que CABA y una campaña bastante efectiva.

La chance de que Lousteau sea el Capriles (ojalá, no ganó nunca), o la mítica "esperanza blanca del establishment", también debería ser responsabilidad nuestra: no elijo tenerle miedo a un arribista, ni elijo tenerle miedo a un tipo al que se lo tiene que encorcetar y que, gane quien gane, va a tener a dos fuerzas pujantes en las cámaras con hambre de 2019. Más la militancia.

Como sea, esto es una opinión, discutible, engordable y adelgazable, llena de matices y que debe ser tomada con extrema prudencia porque es sólo eso: la opinión de una persona con un voto tan válido como el de cualquiera de ustedes, de nosotros y de aquellos.
PD: que nadie descarte que Lousteau arregle con Larreta y se baje, eh. :)