viernes, 24 de septiembre de 2010

ASALTO A TU POBREZA.













Un asco de vereda poblada de vomito humeante de salchichita y queso de nariz.

Una plaza poblada de miseria hereditaria, bien argentina, bien salada mezclada con la nueva moda latinoamericana retrorrevolucionaria.

Hijos de parias que fueron parias, pariendo un dolor malparido y mal armado.

Acarameladas canciones de silencios aunque suenen a miles de vatios o como se llame la fuerza sonora.

Una mezcla interna de tu miseria más la mía y la de todos lo santos.

Apócrifas, los lamentos de tu boca son tan falsos como los de quien escribe.

Caminamos la libertad de la última empanada de Brandoni y oh, qué dulce manera de lamentarnos frente al foco del espejo del alma.

Ese espejo, ese que lo apagas remotamente, que inunda tu rostro de rayos catódicos, nombre animal para decirle balas de realidad, sea esta un culo bailarín de cumbia o un letrado que se canibaliza en vivo para todo el país, las 24 horas del día, con sus repetidoras hispanoparlantes y alguna que otra traducción en simultáneo para sordos, mogólicos y brasileros.

Allá vamos, en el bote de papel contra el tifón, comandando la revolución antigua de un barbado doctor en armas que aburrido, fue y mató.

Diferencias contra los grandes dictadores democráticas, hay miles.

Similitudes, cientas.

Porque el poder no sólo ciega, sino que embrutece y nos hace salir ráfagas de fuego de nuestras lenguas moribundas, agonizantes, como los dedos de quien escribe.

A pelo de una realidad escrita, fantástica y furiosa, dejo mis mentiras más puras y peor escritas, para el deleite del que lee poco y nada, ni esto quizás.

Fanatizados envueltos en gaseosas cola. Comentando por lo bajo lo caro de un McCombo. Levantando nuestras llaves en forma de protesta en el negocio del Evil-Diablo-Jean. Protestando con razón que el sushi no está bien preparado o que la champaña es FROZEN, no CONGELADA.

Puestos de perfil, todas nuestras narices tienen el mismo tamaño.

Las panzas no.

Los orgullos tampoco.

Porque vamos, no me quieras hacer creer esa falsa bruta versera de que “ellos duermen con culpa” porque deje de creerla el día que gané más de 2.000 pesos y no me dio culpa ni pensé en los Tobas.

Entonces vamos, que todos podríamos lamentar nuestras benefactoras suertes y decir que es una suerte de maldición el tener todo lo que tenemos.

Ahí estás, considerando en tus considerandos que no, que vos no tenés nada, que es muy injusto que YO HANK te venga a decir algo cómo es, cómo debe ser y cómo debes reaccionar.

Pero te digo, te cuento, que lo que tenés es grave y bueno.

Porque hay un enorme número de personas que no pueden leer esto.

Y sin alcanzar los límites pobladísimos de la gente que no consigue diferenciar la A de la G, te cuento que vos podés racionalizar y pensar que estoy confundido, yo.

Porque leíste, porque te educaron y porque si bien en cierto momento de tu vida ELEGISTE que así sea, en un principio alguien de la mano te guió.

Entonces repensá lo que te digo.

Y brindá con tu vaso de agua al menos por tener vaso.

Ellos, los peloduros, no saben lo que es un Word.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

que buen post

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