sábado, 26 de noviembre de 2011

DOMINGO PERÓN

Volvemos con comida familiar, pero ahora, vamos con asadito.
En el mismo lugar de siempre, el local del Compañero Matias que gentilmente nos presta,
El Argentinazo, en Corrientes 6257,
Corrientes y Dorrego, Chacarita!

Y GRATIS, aunque en un momento pasemos una alcancía y el que puede pone algo, es GRATIS, porque si no tenés un mango, no pasa nada.

Vos venís a comer, venís con tu familia, venís sólo, pero venís!

Arrancamos a las 12 del mediodía, matrimonio, cacho de carne, ensalada y listo.

Vos traés tus cubiertos (todos, platos, tenedores, cuchillos, vasos) y nosotros te lo llenamos de morfi.


TRAETE TU BEBIDA O LA COMPRÁS AHÍ MISMO QUE HAY KIOSCO.
COMO VOS QUIERAS.

Porque el asado, es de Perón.
Y la felicidad es Peronista.

Y todo lo que siempre decimos, lo que siempre vivimos y lo que siempre disfrutamos, que es la alegría.

Hablaremos entre todos sobre mil cosas,
sobre dos millones de cosas,
sobre tres millones de cosas
y después terminamos.

Venite!

V!

viernes, 25 de noviembre de 2011

LA VOTEYITA

Continuando con el trabajo comenzado junto al Servicio Penitenciario Federal, nos honra presentar esta vez, un nuevo evento llamado "La Voteyita"!

En este caso, vendrán internos e internas de diferentes penales a compartir con nosotros el escenario, a tocar, cantar, bailar, leer y hablarnos, en el marco de la alegría peronista que nos caracteriza., todos juntos.

Empieza realmente y cronometrado a las 21 horas.

Acercate!

La patria está cerca y tenemos que mirarla de frente manteca.

Y como siempre, barra compañera, alegría, fiesta, karaoke, y ahora, le agregamos el juego de la botellita, así que si andás sólo o sóla o tenés simplemente ganas de reir, venite!

Porque será felicidad o no será nada, acá estamos!

Por más inclusión.
Por más felicidad.
Por más igualdad.
Por más derechos.

Y por todo lo demás que quieras compartir, acercate este viernes desde las 21 horas!


V!

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Y EL DOMINGO...



lunes, 21 de noviembre de 2011

OTRO MUNDO IGUAL A ÉSTE


A veces me parece, muy a título personal, que hemos estado viviendo en otro mundo durante mucho, muchísimo tiempo.
A veces, me da la mala espina de que de un gomerazo, nos van a bajar a este mundo con un abrazo en la boca, con cuatro dientes partidos y el corazón alquilado de por vida y con las tarifas congeladas hasta la eternidad.

Es entonces, cuando busco, no hacer futurología, sino un simple planeamiento, quizás estratégico, quizás simplemente idiota, quizás, quizás, quizás, chachachán.

Entonces, repito la palabra, me aterra un poco mirarme al espejo, encontrarme sin canas porque queda poco pelo, panzón porque vengo comiendo bien, y el susto se aferra a las pestañas, la salud falla engañada por el alma y la debacle se hace primero adentro y enseguidita afuera.
Y el pánico se hace terror, el terror se hace un estado de la vida normal y nos convertimos, todos, en fila, en imitadores del pasado, en recreadores y no en creadores y adoramos patear la misma piedra, en un mundo del que no vamos a poder escapar, porque quizás, y sólo quizás, el destino de la humanidad nos tenía preparados este minúsculo lugar y lo hemos desaprovechado, o muy por el contrario, hemos cumplido al dedillo con lo que podíamos y todos sabían que íbamos a hacer.

Podríamos imaginar un mundo en paz, pero nunca llegará porque eso no es algo que se decida, y es algo que no le conviene a nadie.
Podríamos soñar con un mundo solidario, pero mucho mejor es seguir con nuestra quintita de bonanza sentimental y paliar así el día a día, tan efímero, tan granito en las enormes pieles del tiempo, tan chiquitos somos, tan pensantes en nuestros pupos, y así nos va.

Podríamos pensar un poquito en el otro.
No, no podríamos hacerlo.
No queremos hacerlo.

La comodidad que tenemos no nos va a dejar perder el tiempo en miserias tan chiquitas.

Tenemos nuestras conciencias que nos arrinconan contra las cuerdas de la tarde y nos indican que o somos nosotros o somos nosotros, ellos no se van a animar y nosotros somos demasiado buenos, demasiado sonrientes y le ponemos demasiado corazón.

Podríamos pensar que nunca jamás en la vida van a venir por nosotros y que siempre nos van a bancar con los brazos abiertos y las billeteras gordas, pero la historia fue hecha para ser historia y no revolución, no así, porque si fuera revolución, estaríamos necesitando con suma urgencia, empezar a morir.
De a uno.
Despacito.
Sin prisa.
Sin calma ni desesperación.
Pero sí, ir muriendo.

Ir dejando cachos de vida tiradas, pedacitos estúpidos de amores rotos, uniones barderas de tiempos ganados y relaciones disfrazadas, con máscaras de humo, muertos de sed, sacándole fotitos a todo y poniendo "me gusta".

Podríamos empezar a darnos cuenta que muy muy pronto vamos a desaparecer de esta tierra y que no hemos dejado nada.
Podemos verlo con el tuerto ojo del conformismo y hablar de amigos, hijos, familia, algún que otro gol metido medio de coté y con una ayudita del arbitro, pero sería, por lo menos, inoportuno.

Sería torpe.
Sería ajeno a la realidad, porque somos moscas, y no somos moscas lindas, si es que tal cosa ha sido permitida por la arena que rueda en un reloj hasta dejarnos secos, sin humedad, sin saliva, sin semen, sin flujo, como tristes marionetas o manequíes, imitadores de lo que alguna vez debería haber sido el humano, y que nunca jamás lo logró.

A veces pienso si no estaremos todos tremendamente equivocados, si no estaré escribiendo demasiado críptico y este posteo no tenga el peso que le quiero dar, y cuando pienso que dije "posteo" en lugar de "escrito" o "documento", me muerdo la conciencia y lo releo y no, no lo voy a cambiar.
Quiero hacerme cargo de lo chiquitos que somos.

Y del mismo modo, quiero asombrarme, como si fuera un extraterrestre, por la pasión enorme que le ponemos a todo, por la alegría con la que contamos nuestros pasos y por la tremenda inquietud formidablemente auténtica de no poder detenernos jamás.

A algo se deberá, todo esto.

Quizás sea la Patria.
O quizás seamos nosotros.

O quizás hayamos llegado a una instancia en la que la Patria finalmente es nuestra y no nos importa tocar la guitarra en un escenario para absolutamente nadie, porque no lo estamos haciendo para eso, sino para nosotros mismos.

Espero de corazón que seamos responsables, todo el tiempo y no de a ratos.
Que no seamos tribuneros.
Que no intentemos la rabona cuando hay que pegarle de puntín.

Y definitivamente, espero, con un cigarro encendido en la mano y una copa rota y vacía en la otra, esperando a un mozo que nunca llegará porque esto es un páramo, que preparemos nuestras manos para ser mordidas.

Porque de tanto meterlas, lo único que nos queda, lo único que nos falta, es que algo salga mal, que el León que tanto tiempo apresamos se nos cruce en cualquier lado, en el medio de una ruta de noche, y que levante la vista y empiece a correr en dirección nuestra y nosotros sólo podamos entregarnos finalmente, a la eternidad.

Un abrazo enorme.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

ENCUENTRO EN EL PENAL DE MARCOS PAZ (del Vatayón Militante)






















Cuando arreglamos una serie de actividades con Victor Hortel, director del Servicio Penitenciario Federal, para realizar en diferentes penales, no pensabamos que nos ibamos a encontrar con una persona con este nivel de pragmatismo.

Porque nos juntamos un jueves, y al martes ya estabamos subiendo a una camioneta, rumbo a Marcos Paz.


Y ahí fuimos.

Un viaje largo, divertido, profundo en su sensibilidad y lleno de incertidumbre porque en efecto, estabamos yendo y para muchos de los 11 miembros del Vatayón Militante que fuimos, era la primera vez que nos acercabamos a una cárcel.

Para otros no, pero esa, es también nuestra, y a su vez es otra historia.


Caminos de tierra, rutas y finalmente llegamos.



Bajamos llenos de ideas, llenos de una dulce tensión y sin saber exactamente cómo se iban a desarrollar las cosas.

Entonces nos presentaron a las autoridades del lugar y nos invitaron a un salón de actos bastante grande.

Ahí había un escenario y un cartel en el que leíamos "CONCURSO DE TALENTOS".

Era la final de un trabajo sostenido de un tiempo a esta parte: músicos, bailarines, cantantes, todos internos, que llegaban a la instancia final para representar al penal frente a otros penales.


Nos sientan adelante de todos y Victor Hortel, el director, invita a uno de nosotros a ser el jurado, siendo el jurado de sólo tres personas: Juan Acosta, el artista, Laura Lo Presti, la Jefa de Gabinete del Servicio Penitenciario, y un miembro del Vatayón.

Hortel nos invitó a poner nuestra bandera sobre el escenario y así lo hicimos.


Entonces, un interno los presentaba desde el micrófono y cada artista demostraba su talento: un cantante de folklore, un cantante de cumbia, un trío romántico de baladas, un bailarín, un cantante de tango que empezó con su guitarra (guitarra construída entera en el penal por los participantes del taller de instrumentos) y terminó erizándonos la piel a capella, un paraguayo que cantó una ranchera hermosa y sentida, un bailarín de ritmos latinos con una gracia superlativa, un humorista, un dúo de señores mayores cantando una canción propia a dos voces y una guitarra, un cantante al que le faltó su parteneire que sería "un dúo de rock", un cantante de tango que cantó A Mi Manera y aclaró que no era su género y un cantante totalmente desfachatado, de covers de rock, acompañado de un cajón peruano y una guitarra.


Y todos cantaron y ganó el rockero desfachatado, recorriendo el escenario a pura pasión, arengando a la gente, y todos cantando.

Luego fue el turno de que uno de nosotros suba a cantar: con terror y pánico, dijo que estaba profundamente nervioso por estar ahí por primera vez, ya que nunca en su vida había estado... en un concurso de talentos.


Entonces terminó esta instancia y nos llevaron a todos a una cancha de basket y en esa cancha se desplegó todo el potencial de la murga del penal, llamada "Los Estudiantes de Marcos Paz".

La vibración de esos parches, esos bombos, esos redoblantes y esos bailes, eran una perfecta y maravillosa carta de presentación adrenalínica: una descarga de hombres culpables de sus crimenes, juzgados y encerrados, expresándose a tope, rompiendo las paredes.


Entonces la murga avanzaba y atrás de todo, un tipo hosco, negro, de camisa blanca, tocaba el redoblante como uno más.

De aspecto temible. Y todos los que nos preguntabamos porqué estaba ahí, teníamos respuesta: estaba ahí porque es Peronista. Y ese peronismo es lo que hacía y hace que, como Director del Servicio Penitenciario Federal, Victor Hortel abra las puertas como lo hace y comparta las actividades con todos los internos. Desde atrás.


Los redoblantes seguían, nosotros como Vatayón observábamos y nos acercamos sin ataduras a bailar, a disfrutar, a repensar conceptos.

Entendemos que es verdad y aquí es donde se hace carne, aquello de que ningún pibe nace chorro.

Y que es verdad que han sido juzgados y que así como ningún pibe nace chorro, la sociedad y la historia tiene las culpas pertinentes que hacen que una persona llegue a delinquir.

Que la enorme responsabilidad social que tenemos todos que asumir, en la interacción con los internos se hace carne.


Y así, nos juntamos todos a bailar: guardias, internos, la murga, la murga del Club Comunicaciones, también invitada como nosotros, los abogados y todos, viviendo un momento. Encontrándonos en lo que nos hermana: la humanidad.


Así seguimos. Así cantamos.

Luego nos invitaron afuera, al patio en el que nos esperaban tres gazebos con comida y bebidas para todos: internos, guardias, autoridades, y el Vatayón.

Compartimos charlas, compartimos fotos, compartimos el Encuentro.


Y de allí, entramos con la murga, a todo volúmen, a pura música y parche, primero a la sala de visitas, luego a un pabellón, donde el resto de los internos aplaudían y festejaban, y luego a otro pabellón y luego a otro más.


Y luego empezamos a irnos.

Nos fuimos con la seguridad de volver, con el pedido expreso de que lo hagamos tanto de los internos como de las autoridades.

Nos fuimos con la certeza de que vamos a seguir trabajando, nosotros adentro de los penales, y los internos saliendo a nuestras actividades.

Nos quedamos con la promesa de armar talleres no sólo en ese, sino en todos los penales en los que sea posible.

Estamos armando todo lo que tiene que ver con murales, teatro, literatura, música, tango y otros menesteres.


Porque es la realidad efectiva que le debemos a Perón.

Porque es la responsabilidad social que los militantes debemos asumir.


Y porque será felicidad, o no será nada.


V!




sábado, 12 de noviembre de 2011

FESTILINDO



Empezamos algún atisbo de revolución, revuelta cultural, festejo peronista, o como fuera, en contra de Macri y a favor del amor, antagonistas clásicos, de la mano de los chiquibambis (?) del Vatayón Joven, la parte más juventudhitleriana de la agrupación conocida como "Vatayón Militante".

Ahí se vemos y movemos la cola, al ritmo de los globos que siempre fueron nuestros, y un astuto publicista tomó cual icono del festejo y nos los choripaneó durante algunos días.


GLOBOS O MUERTE.

Viva Perón!







foto: Carlos Brigo

miércoles, 2 de noviembre de 2011

TILINGARBAGE.




Cuando en aquel video (hace unos años, buscalo en Youtube) nuestra querida señora Presidenta la fue a dar la mano a Obama y Obama estaba yendo a saludar a no me acuerdo quién y dejó horriblemente garpando a La Jefa, todos dijimos que ese negro de mierda se tenía que ir al carajo, puto, gil, antipatria, antiargentino, racista, Triple A, nazi, rockabilly.

Cuando Obama va y bombardea a cuanto país tenga petróleo, vamos todos a condenarlo, a subir esa foto de Bush sacándose la máscara y abajo está Obama, a decirle dictador, a encontrar por enésima vez la foto de la Estatua de la Libertad con cara de calavera, a enojarnos por el Nobel y a crear grupos en Facebook, a poner la foto del Tío Sam y a brindar por la caída de las Torres Gemelas, además de quemar nuestras culturosas Nike, nuestras computadoras con Windows, nuestros Playstations, nuestros televisores, nuestros dólares, nuestros Marlboro y toda la colección de El Padrino que tenemos en Blu-Ray.

Cuando Obama recorta en su país, todos nos reímos socarronamente, les decimos que estos putos tienen que aprender, los hostigamos disfrutando un previsible e inevitable derrumbe que nunca llega (ni llegará, ilusos), les damos clases de economía y luego volvemos a mirar la NBA.

Cuando Hillary dice que se quiere juntar con la Presidenta, empezamos con el quilombito: algunos nos enojamos porque no nos recibe Obama, y otros decimos "andate a cagar, trola", y nos mordemos un cachito los labios con cierta demencia de personalidad, bipolaridad senil o cosas por ahí.

Cuando Obama dice que se va a juntar con la Presidenta, eso sí, chapeamos como locos, nos ponemos orgullosos, hacemos volar a nuestras aguilas de la libertad mientras aviones trazan en el aire los colores azul, blanco, rojo, celeste ponele, bueh, y todas esas cosas mientras cantamos "Ou Sei Can Iu Si" como si fueramos Michael Bolton en la apertura del Suppa Báwl.



Mientras tanto acá, tratamos de explicar porqué está tan tremendamente bien que se regule el dólar y en EEUU no andan regulando mucho que digamos el asuntito del Peso Argentino, hoy por hoy y no tienen que dar explicación alguna.

La cosa es: sincerémonos.
Cuando vengan por Venezuela por el petróleo, dentro de muy poquito, quiero ver cuántos de nosotros vamos a salir con el Tramontina en la mano a la frontera, y cuántos de nosotros nos vamos a quedar en nuestras casas disfrutando unos riquísimos Corn Flakes con Bacon and so on, baby.

Alca-rajo.