lunes, 30 de mayo de 2016

la inviabilidad de la alegría

El sinceramiento más fuerte vino de la mano de la vicepresidente de la nación, quien aseguró que:


Soltado así, sin recortes ni ediciones raras, destrozan la esperanza que había en cierto sector de la sociedad que creía y suponía que lo que haría el gobierno es meter presos a todos los ladrones, corruptos, ventajistas, sogueros (kirchneristas, bah) y que eso generaría nuevamente no sólo un bienestar como el del año pasado, sino una abultada mejoría en todos los aspectos.
Al decir de la vicepresidenta, se desprende que nada de eso sucederá.

Es inviable la felicidad y la alegría sin el ocio, es inviable el trabajo sin descanso, y es inviable la vida sin esparcimiento.

A usted no le han aumentado el sueldo, y si lo hicieron, ese aumento no llega a cubrir el standard de vida que tuvo hasta el año pasado (si es que aún tiene trabajo).
Esto es: aumentó más la vida en general, que su pequeño sueldo.

Si antes usted contaba con un monto determinado para gastos generales (servicios, salud, educación, comida) y otro tanto para el esparcimiento (cine, teatro, comer afuera, delivery, taxi, cigarrillos, cigarrillos box, un regalo, juegos, tecnología, ropa, vacaciones, "los gustitos"), ya no puede contar con ese monto adicional que le hacía olvidar su inútil, aburrida y mediocre vida gris.

Así las cosas, usted no puede darse el lujo asiático de no pagar el gas, de no pagar el agua, de no pagar la luz, de no pagar ABL, de no pagar comida, de no pagar salud, de no pagar educación.
Y si tiene que achicar, usted va a achicar en el esparcimiento: esa platita que usted guardaba para la cerveza con amigos, va para Aysa. Ese dinero que usted tenía para comprarle un regalo a su hija, va para su salud. Esa guita que usted tenía para llevar a su hijo al cine a ver Zootopía y comerse unas hamburguesas, va para la educación. Ese resto que había para llegar tan quebrado del trabajo, cansado y extenuado con una fatiga de años sin ganas de cocinar y que lo llevaba a pedir una grande de jamón y morrones por teléfono, va para el gas. Esa campera nueva que vio en el negocio de la otra cuadra, ahora que hace frío, es para los demás: usted tiene que pagar la boleta de luz que por suerte, vino nada más que con un aumento del 200%, y no la barbaridad que decían los kirchneristas de un aumento del 1500%. Mentirosos.

Usted tendrá que acostumbrarse a vivir de verdad, no sé si me explico.
Usted no recuperará nunca más el resto que lo hacía sonreír.
El sobrante en plata que metía en el chanchito o en la latita para en enero, irse a San Luis.
Usted tendrá que resignar, aún con el diluvio de inversiones que sin dudas vendrá en julio, todas esas cosas que le generaban un relajo en su vida de porquería.
Ahora es vivir con lo justo, porque la verdad es esa: no podrá cambiar su celular, no podrá comprar un whisky para tomar un trago el sábado a la noche. Menos podrá hacer un asado, salvo que entre todos hagan una vaquita. Y se la coman.


Imagine lo siguiente: llega julio, todo el mundo de pronto recupera su trabajo.
Pero para que baje la inflación, estos muchachos apuntan que baje el consumo: un recurso cuasi retórico en el que si nadie gasta, los precios no aumentan (pero tampoco bajan).
¿Y cómo hicieron para achicar el consumo y tratar de bajar la inflación mediáticamente?
Bajando los sueldos mediante el aumento de todo.
La plata te rinde menos, y no fue magia: el plan de ellos es que haya menos gasto, entonces jamás, jamás, jamás vas a recuperar el status quo que tuviste hasta diciembre... y enero y febrero cuando todavía le creíste a los ceócratas ultraliberales que nos gobiernan.

Imagine un mundo sin fronteras, también.
Quizás, como dijo la vicepresidenta, recuperes tu estado de vida hasta el año pasado dentro de tres, cuatro o cinco años. Lo que quizás omitió, es decir que eso se podría recuperar si ellos no fueran gobierno. Esto no es un dicho al viento, la estrategia del gobierno es achicar, achicar y achicar y el que primero achica, es usted, mi amigo.
Usted.

Ahora hágase a la idea de que no va a volver nunca más usted a tener lo que tenía, el aspiracional de algo mejor (un celular mejor, unas vacaciones mejores, un sueldo mejor, un mejor regalo para su hijo, una pizza mejor por teléfono, una mejor campera, un mejor auto, un mejor alquiler).
Nunca más.

Y si logra hacerse a ese idea en la que usted bajó el escalafón socioeconómico, piense por una maldita vez, qué carajos está pasando con esa enorme parte de la población que estuvo SIEMPRE en ese lugar, que jamás pensó como salida ir al cine, que están colgados de la luz, que la ropa que usan es de donaciones, que los cumpleaños los celebran la única vez al año que pueden ir a McDonald´s si es que alguna vez fueron, que tienen agua de pozo no apta para el consumo humano, que compran celulares baratos y robados, que no piden delivery porque si pudieran, las motos no entrarían a esos barrios, que se atienden en salitas públicas donde nunca hay turno y que van a la escuela pública a comer.

Piense, piense.
Piense.

Y sonría.


lunes, 23 de mayo de 2016

a punta de dedo




Generar un internismo virtual es una de las boberías más grandes y de las que no hemos aprendido absolutamente nada.
Vamos por partes: olas de compañeros (cumpas, más bien), aborrecen a personas como Emilio Pérsico y por extensión al Chino Navarro y luego al Movimiento Evita, incluso a un militante que recién se suma y que ya se suma odiado, por haber gestionado cosas con el gobierno de turno, el mismo gobierno del inefable presidente Macri.
Vaya desde aquí una salvedad necesaria: el Estado somos todos. ¿Te acordás que lo dijimos una bocha de veces? Bueno, es más o menos eso.
Entender que el Estado somos todos y que tiene una dinámica de gerentes que vuelan por el aire, es asumir que o llegás a algún acuerdo con ellos o te quedás sin tu herramienta de construcción masiva, que son los recursos del Estado.

¿Hace ésto que Pérsico, el Chino Navarro, y los militantes del Evita ahora sean macristas y que defiendan el veto de la ley antidespidos, los despidos, el ajuste, el tarifazo, la inflación, la ausencia de políticas de salud para cualquier enfermedad que va a apareciendo y a la que le abrimos la puerta, a Larreta, a Durán Barba y a otras tantas macabridades como el sushi del que se alimenta a diario Hernán Lombardi?
Por supuesto que NO.

Eso, por un lado.
Por el otro, sacarse una foto muy amable, o asistir a un acto, son dos hechos en absoluto necesarios: entender que una gran parte de la política del gobierno es la comunicación, darle una foto, darle un beso, o darle un halago, es darle gestión, y por eso es darle política.
Esto, claro está, como todo lo que tipeo en éste blog, es opinión mía, personal, posiblemente acertada y posiblemente errada en igualdad de cantidades.

Y desde ahí volvemos a la bobería: uno twitea esas malditas fotos a consciencia, y aún cuando todos sabemos que esas fotos fueron sacadas a consciencia, sabemos el daño que generamos al general un "buenos y malos" desde un espacio que está bastante castigado. No, no suma.
Luego otros responden a esos twits, y se convierte en una escaramuza lamentable de dimes y diretes que termina engordando ¿A quién? Al gobierno.
Porque gran parte de la política del gobierno, es la comunicación y alimentando internismo, alimentamos a la política del gobierno.
¿Suena caprichoso? Quizás. Creo que no lo es.

Luego tenemos a una seguidilla de hombres grandes que reclaman la conducción de Cristina, como si eso fuera algo reclamable o algo reprochable. ¿Escuchamos al nuevo capo de Conicet con Paenza, decir que no hubo reclamos de parte de la comunidad científica a cierto faltante de pagos porque les daba vergüenza pedir aún siendo justo, por todo lo que habían recibido? Bueno, eso.
Creo que debería darnos un poco de rubor reclamar la conducción de Cristina como si no fuéramos hombres y mujeres grandes. ¿Cada cuánto conducía Perón desde España? ¿Mandaba un texto? ¿Una paloma? ¿Metía un Skype para saber por dónde seguir?
¿Y qué hacía la militancia acá en Argentina? ¿Le metía me gusta en el Face al General?
Creo yo, y es siempre parecer, que Cristina nos está conduciendo como puede, con las enormes complicaciones que tiene y con los tiempos que sabe manejar ella, como no supo manejar ninguno de nosotros y nosotras: ella fue Presidente, y nosotros, más arriba o más abajo, en cartas plastificadas o no, en naipes importados o caseros, somos todos 4 de copas. A no confundirse ahí.
O si no estamos confundidos, a asumir que decidimos que no nos conduzca y que:
A. Nos conduce alguien más.
B. Queremos conducir nosotros.


Por mi lado y hasta que ella no quiera conducir más, a mí y a mis compañeros y compañeras, nos conduce Cristina, siendo o no presidenta.
¿Por qué? Porque es la mejor de todos y todas nosotros y nosotras y quien te conduce, tiene que ser mejor que vos, saber más o tener más olfato político. El resto, es fotopolítica.
Por más que se haya equivocado y haya tenido errores: por más que se siga teniendo errores o se siga equivocando.

Todo lo que nosotros hacemos bien, ella lo hizo mejor y todo lo que ella hace mal, nosotros lo hacemos peor.



¿Pero entonces implica ésto no hacer reclamos? Para nada. Tenemos que reclamar absolutamente todo, sin perder de vista lo hecho y lo dicho, sin perder de vista nuestra propia tripa y sabiéndonos artífices de nuestro destino.
Ya sé, yo también estoy harto de la interpretación de runas antiguas, de tener que ver si aquello fue una señal o no, si queriendo decir tal cosa significa tal otra y de si fue fulano a tal lado entonces quiere decir que aquello. Ya fue, muchachos y muchachas.Ya fue.
Ya fue salir a analizar mediáticamente por qué perdimos, y es hoy hacer para no volver a perder.
Ya fue evaluar lenguajes y simbologías y ponerse a trabajar muy fuerte por los que menos tienen ya que desde que nos fuimos del poder, tienen mucho menos y no estamos todos y todas en los barrios, junto al vecino, en la cotidianeidad del terror de un gobierno liberal.

Pero muchas veces es mucho más fácil recortar por lo cómodo: apuntar a punta de dedo a los demás mientras nos encargamos a diario de aprobar o reprobar, como jurados impunes, como santos devotos de Todas Las Cosas Que Están Bien En El Mundo y de la cual somos jueces y parte (pero parte, sólo de las cosas buenas).

Entonces, basta de cotillón y comodidad. Podemos estar mucho tiempo escribiendo lindo, combinando palabras para tener oraciones rimbombantes, y hasta podemos lograr que lo que decimos, tenga la aprobación de un nutrido grupo de personas.
Pero ganar las elecciones es otra cosa y a punta de dedo no llegamos ni a tocarnos el codo del mismo brazo del dedo que apunta.

Así las cosas... sin esperarla más, tenemos que seguir moviendo el culito.
Sin esperar nada ni nadie. En el barrio, en los barrios, con los trabajadores. Con los niños y las niñas.

Y si seguimos juntándonos entre nosotros, nos va a terminar doliendo el hombro de tantas palmadas que vamos a seguir recibiendo.





lunes, 16 de mayo de 2016

la nube de algodón y risas





Ahora imaginate que tu primer trabajo es con tu papá, que es un millonario gigantesco que tiene la obra pública más grande de la nación y de toda América, y que lo que te toca, es ser el jefe de eso.
Bien.
Tenés 25 años, sos un pibe, y desde bien chiquito ya naciste siendo millonario.
Fuiste a las mejores escuelas privadas, tus vacaciones incluían viajes por todo el mundo y tuviste empleados siempre. Empleados en tu casa, empleados que te cocinan, empleados que te llevan, empleados que te cuidan.

Creciste en una cuna de nubes de algodón y cristal y desconocés lo que es quedarse sin guita, no tener más plata para un trago en una discoteca o comer pizzas de pan al horno con salsa y queso mantecoso.
Conociste al mar desde muy chico y fueron mares de Europa, además de los mares argentinos.
Antes de conocer a tu país, conociste a otros países, sus culturas, sus lujos.

Nunca te metiste la mano en el bolsillo y dijiste "no me alcanza" ni en la cola de un supermercado, ni a la hora de mirar un par de zapatillas con añoranza en un negocio, ni pensaste en la posibilidad de trabajar o estudiar, porque tenías dinero y podías estudiar para ser lo que querías ser.
Preso de tu libertad, tu destino no era más que el de regentear o gerentear empresas heredadas de alguien que la hizo desde abajo como tu padre.

Tus deseos fueron siempre órdenes porque fuiste el mimado de tu propia familia que cada día que pasaba, era un poco más rica.
Sí, quizás tenías alguna tristeza como los niños ricos, pero esa es otra historia.

Nunca un Jefe te hizo quedarte más horas por la misma plata.
Nunca te regañaron por llegar tarde.
Siempre pudiste faltar para terminar tus estudios con toda la tranquilidad del universo y el dinero.
Jamás fuiste a hacer las compras a un supermercado o almacén. Quizás ni a un kiosco.

Desconocés absolutamente lo que implica un viaje en colectivo porque desde chico no sólo tenés auto: tenés una fábrica de autos y podés elegir color, modelo, y detalles.
La primera vez que te subís a un subte es a los 50 años y te asombra pero te bajás rápido.

Nunca sentiste en cualquier noche, la mezcla de miedo a que te roben con el frío del invierno, en una parada de colectivos a las 3 de la mañana en un barrio que no es el tuyo para luego viajar una hora y media hasta tu casa, adonde entrás metiendo la llave mirando a los dos costados antes de hacerlo.

Tu momento de máximo terror fue cuando te secuestraron 12 días y ahí te diste cuenta que la vida era real. Y lo resolviste como resolviste absolutamente todo en tu vida: con dinero, con mucho dinero.
Y volviste a la libertad que te dio siempre el dinero.

Quisiste ser gerente y lo fuiste.
Quisiste fundar una empresa a los 24 años y la fundaste. Con la plata de tu padre.
Quisiste ser gerente de varias empresas más a la vez y lo lograste. Empresas de tu padre.
Quisiste ser Presidente de Boca y lo lograste.
Quisiste ser Diputado y lo lograste.
Quisiste ser Jefe de Gobierno y lo lograste.
Quisiste ser Presidente y lo lograste.

Entonces sí, el cielo es tu único límite y no te queda otra más que ser sincero: seguir con tu ideología, lo único que tenés, tu manera de ser y de vivir.
Tus vivencias fueron siempre las mismas, acolchado en el poder de ser siempre, siempre, siempre, el Jefe.

Jamás respetaste a ningún presidente y menos a un cura, bastante menos a un Papa.
Porque toda tu vida fuiste Jefe. Tuviste una vida que no fue muy alocada, entonces no tenés idea ni de que es el riesgo de la vereda.
No conocés al mundo real como lo conocen las mayorías.
Haciendo un vistazo rápido, podríamos decir que si te sacaran el dinero, no estarías preparado para la vida.
Pero el dinero te condena, te manda y te obliga, y así es como avanzás en el mundo.

Jamás hiciste algo que no querías hacer: repartir pizzas en bicicleta de noche, trabajar en un circo, atender una verdulería, cortar el pasto, pintar una casa, trabajar en un Mc Donald´s, ser telemarketer, cajero de un supermercado.
Jamás escribiste un CV con todo el pánico que te da equivocarte, jamás te sacaste una foto 4 x 4 para adjuntar en un currículum y te pareció que saliste mal.
Jamás buscaste trabajo en el diario.
Nunca miraste un aviso de "buscamos repositor" en un supermercado para evaluar si tomabas ese trabajo o no.
Jamás levantaste un balde con materiales para construir.

Jamás agarraste una pala.

Nunca supiste lo que es decirle a un hijo que no te alcanza la plata.
Nunca sentiste la tristeza de decirle a un sobrino que no se puede ir a Disney.
Nunca cambiaste de marca de cigarrillos porque no te alcanza.
Nunca evaluaste a principio de mes si comer afuera una o dos veces en el mes, o pedir delivery sólo cada quince días.
Nunca usaste la misma remera durante tres años porque tenés cinco remeras y nada más.
Nunca tuviste la ropa sucia.
Nunca lavaste ropa ni a mano ni con el lavarropas automático ni la llevaste al Lave Rap.
Nunca pediste una zanahoria, una plantita de lechuga chica y una cebolla en la verdulería, porque nunca fuiste a la verdulería.
Nunca te pareció un lujo poder comprar una Coca Cola.
Nunca te pareció maná del cielo poder comprar dos gaseosas para comer en un restaurante, porque la primera te la tomaste demasiado rápido, y nunca cuando fuiste a comer afuera, tomaste despacito la Coca Cola esa de vidrio chiquita fría y finita con olor a vainilla, para que te rinda hasta el final de la comida.

No hiciste nunca una fila para que te atiendan en un Pago Fácil. Porque el Pago Fácil es TUYO.
No sacaste nunca un turno a las cinco de la mañana en un hospital para que te atiendan a las tres de la tarde.
No sentiste jamás el olor que emana de un comedor de una escuela pública, ese olor pesado, olor rico que sale de la cocina.

No sabés lo que es ahorrar en un chanchito pesito por pesito para poder comprar ladrillos para hacerte una pieza nueva en el barrio.
No conocés lo que es tener que elegir entre hacerte un corte de pelo o comprar los libros de la escuela.
No tenés la menor idea de qué es pedir un aumento, la tensión que te genera saber que te lo pueden rechazar o echarte.
Jamás fuiste a una popular ni sacaste una entrada haciendo fila. Ni para un partido, ni para un recital, ni para nada, porque naciste con la pulserita VIP en tu muñeca.

Nunca corriste a un tren y se te escapó.

Nunca sentiste la agobiante felicidad de ver que una persona se para y se baja del colectivo y te podés sentar después de un rato de viajar parado.
Nunca usaste una combi ilegal que va a toda velocidad para transportarte de un punto a otro de la provincia.
Nunca viajaste en un micro de larga distancia con la comida escasa que te dan cuando viajás.
Nunca le pediste a alguien que te traiga algo de otro país porque acá no se consigue, porque ibas y lo comprabas vos.

Nunca te echaron del trabajo.

Jamás te sancionaron por llegar tarde.
Nunca usaste la SUBE ni tenés una.
Nunca hiciste paro.
Nunca frizaste una prepizza para comer "algún día".
Nunca frizaste asado para calentarlo más adelante.

Nunca hiciste un guiso ni tenés idea de cómo se hace. Quizás nunca comiste un guisito.

Nunca sentiste frío.
Nunca evaluaste lo caro que sale un ataúd para un ser querido ni hiciste el esfuerzo de juntar plata entre muchos para el velatorio.
Nunca le tuviste que pedir prestada plata a un amigo, con la cara desencajada de la vergüenza y prometiendo devolverlo en dos o tres cuotas, aún cuando la suma sea pequeña.
Nunca tuviste que ir a vivir a lo de tu vieja o lo de tu hermano o lo de un amigo porque te separaste de tu mujer.

Nunca compraste un DVD Screener trucho en una esquina.
Nunca te tomaste una birra en la calle.

Nunca tuviste la barba crecida porque no tuviste tiempo de afeitarte.
Nunca compraste un coche usado ni te querías matar cuando viste cuánto salía el seguro de ese auto.

Nunca fuiste a un baño público lleno de mierda y meo y toallitas usadas.
En tu vida entraste ni entrarás a un baño químico.

Nunca le hiciste un mate cocido a nadie.

Pero te toca ser Presidente.
Elegís ser Presidente y una mayoría te elige entre otras opciones para que seas Presidente de todos.

Y cuando llegás, hacés lo único que sabés hacer, que es ser Jefe, sin absolutamente ninguna historia que avale que conocés la vida real.
Porque naciste, creciste y te vas muriendo en la nube de algodón y risas.

Y nosotros aquí.

Del otro lado del alambrado.
Pretendiendo que tengas sensibilidad social.
Esperando que comprendas a un mundo que no conocés.
Soñando con que en realidad entendés en carne propia lo que significa vivir en éste país.
Creyendo que podés evaluar algo que jamás viviste.
Añorando que por más que no conozcas el funcionamiento de la sociedad, a las personas, ni a sus historias, vas a saber trabajar sobre ella y sobre todos los sueños de las personas.

Qué tontos hemos sido.



















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Ahora que tengo tu atención.
¿Das una mano?






Dejame un comentario abajo.































martes, 3 de mayo de 2016

carta a Pedro Robledo

Twit del día de la fecha, luego de despedir a más de 20 personas.

Carta basada en la carta que Pedro Robledo le enviase a Máximo Kirchner 
en diciembre de 2015:



Pedro


¿Cómo estás? Espero que estas líneas te encuentren bien. Hace unos meses los argentinos fuimos democráticamente a elegir al futuro presidente de la Nación. Las urnas hablaron y dijeron que el primer mandatario de nuestro hermoso país es Mauricio Macri.
Es preocupante que desde el 10 de diciembre se escuchen algunas frases desafortunadas de dirigentes del PRO, o Cambiemos, como por ejemplo, Marcos Peña, quien dijo "el trabajo está hiperprotegido". Lamentablemente, ningún otro referente como vos, Pedro, llamó a la calma de la sociedad diciendo que al trabajo hay que cuidarlo y muy por el contrario, el Subsecretario Nacional de Juventud dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y a su vez presidente de las Juventudes Macristas (Piter Robledo), despidió a más de veinte trabajadores reemplazándolos por otros trabajadores, dando por explícita la idea de que la flexibilización laboral que ya sufrimos con Menem (eso de un trabajo para tres personas y no tres trabajos para tres personas), volvió para quedarse.
Todos los días, como es habitual, las personas de este país sin distinción de sexo, raza o edad, se despiertan con ganas de ir a trabajar y poder poner un plato de sopa en la mesa. Es un día de fiesta, o debería serlo. 
Miles de argentinos querrían acompañar a Mauricio Macri que todos los días, como vos y tus nuevos empleados, Pedro, van a trabajar y las calles deberían reflejar la alegría y la esperanza en un nuevo gobierno (que ya tiene más de cinco meses, pero nuevo al fin).
Las últimas actitudes de parte de funcionarios del gobierno no hacen otra cosa que reafirmar los modos con los cuales se manejaron durante toda su vida: poco diálogo y menospreciando al que piensa distinto.
Sos quien dirige la naciente organización juvenil "JPRO Nacional" y como líder responsable decidí escribirte. Se puede leer y escuchar por ahí que estás convocando a despedir a más argentinos y argentinas.
Entiendo que les cueste asumir el poder pero no entiendo que les cueste tanto como para impedir que el día 5 de cada mes sea una fiesta de las familias con un sueldo justo, entendiendo que a ustedes los eligieron los argentinos, no sus enemigos. Todos los argentinos y argentinas.
Me gustaría haber podido hablar esto personalmente o en la mesa de juventudes políticas si es que existiera, iniciativa que jamás encaraste salvo para una foto pletórica de oportunismo político, lamentablemente. No es fácil poder establecer el diálogo pero estamos convencidos que es el único camino hacia la consolidación de la democracia. Y así como lo hemos manifestado durante los últimos 12 años seguiremos dispuestos a sentarnos en la misma mesa para trabajar por el bienestar general.
Te pido que llamemos a la unión de los jóvenes más allá del sello partidario. Te pido que el 5 de cada mes sea un día de paz y alegría. Te pido que se acompañe a los trabajadores porque necesitamos una democracia fuerte y sana. Te pido que llames a tus compañeros que son gobierno como vos, a que no caigan en la provocación de las grandes empresas que le quieren sacar hasta la última gota de sangre a los trabajadores o la división entre trabajadores con ideología o trabajadores con ideología igual a la de ustedes o trabajadores que tienen que esconder su ideología sino los despiden como has hecho vos, sino a un gobierno que, caramba, gobierne, y lo haga para todos y todas.
Podemos y seguramente pensemos distinto pero bien sabemos que amamos con todo nuestro corazón a nuestro país. Creo que debemos como nueva generación dejar atrás la violencia política y diferenciarnos de aquellas prácticas que deterioran las instituciones democráticas y a las familias.
Por eso insisto y te pido que resaltemos las coincidencias y construyamos los puentes necesarios para ponernos de acuerdo en políticas públicas y valores que van más allá de las diferencias, y que van a servir para poder construir un futuro más sólido.
No nos olvidemos que ustedes lo dijeron más de una vez: venían a unir a los argentinos.
Si así realmente lo piensan les pido que nos respeten y construyamos entre todos una Argentina que puede mucho más.

PD: Si por alguna de esas casualidades llegás a leer esta misiva en el trajín de la facultad y el trabajo, y tenés el enorme don de gente de contestarme, sabé que no me tenés que contestar a mí, sino que le tenés que dar una respuesta a las personas que despediste, a sus familias, a sus seres queridos y a esas personas que no saben qué van a comer mañana.
Muchas gracias.
(*) Juan Soriano es militante, referente de Agrupación Pingüinos.