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lunes, 23 de mayo de 2016

a punta de dedo




Generar un internismo virtual es una de las boberías más grandes y de las que no hemos aprendido absolutamente nada.
Vamos por partes: olas de compañeros (cumpas, más bien), aborrecen a personas como Emilio Pérsico y por extensión al Chino Navarro y luego al Movimiento Evita, incluso a un militante que recién se suma y que ya se suma odiado, por haber gestionado cosas con el gobierno de turno, el mismo gobierno del inefable presidente Macri.
Vaya desde aquí una salvedad necesaria: el Estado somos todos. ¿Te acordás que lo dijimos una bocha de veces? Bueno, es más o menos eso.
Entender que el Estado somos todos y que tiene una dinámica de gerentes que vuelan por el aire, es asumir que o llegás a algún acuerdo con ellos o te quedás sin tu herramienta de construcción masiva, que son los recursos del Estado.

¿Hace ésto que Pérsico, el Chino Navarro, y los militantes del Evita ahora sean macristas y que defiendan el veto de la ley antidespidos, los despidos, el ajuste, el tarifazo, la inflación, la ausencia de políticas de salud para cualquier enfermedad que va a apareciendo y a la que le abrimos la puerta, a Larreta, a Durán Barba y a otras tantas macabridades como el sushi del que se alimenta a diario Hernán Lombardi?
Por supuesto que NO.

Eso, por un lado.
Por el otro, sacarse una foto muy amable, o asistir a un acto, son dos hechos en absoluto necesarios: entender que una gran parte de la política del gobierno es la comunicación, darle una foto, darle un beso, o darle un halago, es darle gestión, y por eso es darle política.
Esto, claro está, como todo lo que tipeo en éste blog, es opinión mía, personal, posiblemente acertada y posiblemente errada en igualdad de cantidades.

Y desde ahí volvemos a la bobería: uno twitea esas malditas fotos a consciencia, y aún cuando todos sabemos que esas fotos fueron sacadas a consciencia, sabemos el daño que generamos al general un "buenos y malos" desde un espacio que está bastante castigado. No, no suma.
Luego otros responden a esos twits, y se convierte en una escaramuza lamentable de dimes y diretes que termina engordando ¿A quién? Al gobierno.
Porque gran parte de la política del gobierno, es la comunicación y alimentando internismo, alimentamos a la política del gobierno.
¿Suena caprichoso? Quizás. Creo que no lo es.

Luego tenemos a una seguidilla de hombres grandes que reclaman la conducción de Cristina, como si eso fuera algo reclamable o algo reprochable. ¿Escuchamos al nuevo capo de Conicet con Paenza, decir que no hubo reclamos de parte de la comunidad científica a cierto faltante de pagos porque les daba vergüenza pedir aún siendo justo, por todo lo que habían recibido? Bueno, eso.
Creo que debería darnos un poco de rubor reclamar la conducción de Cristina como si no fuéramos hombres y mujeres grandes. ¿Cada cuánto conducía Perón desde España? ¿Mandaba un texto? ¿Una paloma? ¿Metía un Skype para saber por dónde seguir?
¿Y qué hacía la militancia acá en Argentina? ¿Le metía me gusta en el Face al General?
Creo yo, y es siempre parecer, que Cristina nos está conduciendo como puede, con las enormes complicaciones que tiene y con los tiempos que sabe manejar ella, como no supo manejar ninguno de nosotros y nosotras: ella fue Presidente, y nosotros, más arriba o más abajo, en cartas plastificadas o no, en naipes importados o caseros, somos todos 4 de copas. A no confundirse ahí.
O si no estamos confundidos, a asumir que decidimos que no nos conduzca y que:
A. Nos conduce alguien más.
B. Queremos conducir nosotros.


Por mi lado y hasta que ella no quiera conducir más, a mí y a mis compañeros y compañeras, nos conduce Cristina, siendo o no presidenta.
¿Por qué? Porque es la mejor de todos y todas nosotros y nosotras y quien te conduce, tiene que ser mejor que vos, saber más o tener más olfato político. El resto, es fotopolítica.
Por más que se haya equivocado y haya tenido errores: por más que se siga teniendo errores o se siga equivocando.

Todo lo que nosotros hacemos bien, ella lo hizo mejor y todo lo que ella hace mal, nosotros lo hacemos peor.



¿Pero entonces implica ésto no hacer reclamos? Para nada. Tenemos que reclamar absolutamente todo, sin perder de vista lo hecho y lo dicho, sin perder de vista nuestra propia tripa y sabiéndonos artífices de nuestro destino.
Ya sé, yo también estoy harto de la interpretación de runas antiguas, de tener que ver si aquello fue una señal o no, si queriendo decir tal cosa significa tal otra y de si fue fulano a tal lado entonces quiere decir que aquello. Ya fue, muchachos y muchachas.Ya fue.
Ya fue salir a analizar mediáticamente por qué perdimos, y es hoy hacer para no volver a perder.
Ya fue evaluar lenguajes y simbologías y ponerse a trabajar muy fuerte por los que menos tienen ya que desde que nos fuimos del poder, tienen mucho menos y no estamos todos y todas en los barrios, junto al vecino, en la cotidianeidad del terror de un gobierno liberal.

Pero muchas veces es mucho más fácil recortar por lo cómodo: apuntar a punta de dedo a los demás mientras nos encargamos a diario de aprobar o reprobar, como jurados impunes, como santos devotos de Todas Las Cosas Que Están Bien En El Mundo y de la cual somos jueces y parte (pero parte, sólo de las cosas buenas).

Entonces, basta de cotillón y comodidad. Podemos estar mucho tiempo escribiendo lindo, combinando palabras para tener oraciones rimbombantes, y hasta podemos lograr que lo que decimos, tenga la aprobación de un nutrido grupo de personas.
Pero ganar las elecciones es otra cosa y a punta de dedo no llegamos ni a tocarnos el codo del mismo brazo del dedo que apunta.

Así las cosas... sin esperarla más, tenemos que seguir moviendo el culito.
Sin esperar nada ni nadie. En el barrio, en los barrios, con los trabajadores. Con los niños y las niñas.

Y si seguimos juntándonos entre nosotros, nos va a terminar doliendo el hombro de tantas palmadas que vamos a seguir recibiendo.





jueves, 14 de mayo de 2015

la recta semifinal




Desde que empezó a aclarar la situación de elecciones del FPV, y se fue polarizando de a poco hasta la polarización definitiva entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo, muchos compañeros y compañeras se han puesto en cierto tono de belicosidad para tratar de imponer su candidato sobre el candidato del otro, con ofensas, acusaciones y mucho, PERO MUCHO "tirapostismo" en términos cuasi patriarcales, como si uno entendiera algo más que otro o como si otro fuera un profesor de algo tan intangible y dinámico como es la política: ese arte de lo posible.

He leído y escuchado de un lado y del otro términos como que uno u otro, es un traidor, un tonto, un menemista, un facho, un entregador, un buchón y las relaciones de cada candidato con sus respectivos pasados.
Compañeros y compañeras: canibalizar a un candidato de tu mismo signo político, sólo encuentra comparación en que los dos delanteros de tu equipo favorito digan que el otro es un desastre.
El gol es en el arco de enfrente, y cuando se carajearon entre Román y Palermo, las cosas no terminaron del todo bien.
A saber: los dos delanteros goleadores de tu equipo no pueden ni deben no pasarse la pelota porque el otro le cae mal, si el objetivo es el mismo. Y el objetivo hoy, como en este hipótetico partido, es ganar.
Y el equipo de enfrente también es el que te quiere ganar y sacar del medio de la semifinal, porque en la final YA ESTÁ el otro equipo, esperando, con el tenedor y el cuchillo, en silencio y aguardando que las acusaciones que nos tiramos de un lado y del otro, exploten en la opinión pública y nos de una suma cero: fantasmas somos todos, antes o después, y pisarse la capa hace que te conviertas en un cadáver sin nombre.

El enemigo está mirando todo desde un televisor, en una mansión increíble, con todas las comodidades, disfrutando con una sonrisa macabra cómo nosotros hacemos el trabajo que tienen que hacer ellos. Nosotros estamos acá entregando todos los argumentos discursivos para que mañana luego de las PASO, GANE QUIEN GANE dentro del FPV todo lo que se dijo de un lado y del otro se utilice en nuestra propia contra: hemos criado a un monstruo que nadie quiere salvo el enemigo.

Más acá, el juego de relaciones o el purismo del voto me lleva a pensar que el voto calificado es algo que prende lindo entre la sociedad toda, sea gente o pueblo: "si te vota fulano, por algo será", dicen.
Eso también es triste, y un poquito pelotudo: una elección no se gana con el voto honrado, o el voto sincero, o el voto compañero o el voto bueno y nada más. Una elección se gana con el voto de todo el mundo: el garca empresario que quiere ganar un montón de guita y el que vive en un asentamiento que no tiene agua, el voto del facho que quiere que vuelvan los militares y el voto del compañero que sabe que hay banderas que no se bajan. ¿Te puede llegar a doler esto? Bueno, es la realidad. Y también votan los funcionarios, votan los militantes, votan los chorros y votan los asesinos.
No puedo creer tener que escribir esto, y no puedo creer que haya que aclarar esto.
Posta no lo puedo creer.

¿Es uno de los dos candidatos mejor por haber salido de uno u otro lado? Si jugamos al pedigreé político, mejor nos tenemos que poner un centro cultural o una ONG y no seguir jugando a que somos militantes, porque, vaya novedad, no hay candidato a la presidencia con posibilidad real (jamás lo hubo) que no tenga algún muerto en el placard, entendiendo como muerto a un problema, algo roñoso, algo sospechoso, algo con olor a caca. La política también tiene ese no sé qué que en realidad se bien qué es, pero muchos compañeros y compañeras utilizan las propias armas dialécticas que creamos en contra de... nosotros. Y la culpa es toda nuestra.

¿De verdad comprendemos la responsabilidad social que tenemos al decir una cosa absolutamente hiriente y de la que no se puede volver atrás sobre un compañero que dice que va a votar a Randazzo o que va a votar a Scioli?
¿Somos conscientes de que esto es política?
¿Somos en verdad conscientes de que el único objetivo que tenemos que tener, ahora y siempre, es sostener para luego profundizar lo ya adquirido?
¿De verdad creemos que nuestro voto vale tanto más que un avance en políticas sociales o cualquier cambio bueno que haya tenido la Argentina?
¿De verdad, hermano y hermana, crees que es mucho más importante cómo apoyás tu cabeza sobre la almohada en tanto tu conciencia, que cómo apoyás el pie en una calle que puede o no ser de asfalto?
¿De verdad?
¿De verdad te crees que sumás diciendo que el que no es tu candidato es un traidor?
Nótese que todo lo que digo acá, aplica en mayor y menor medida para cada uno de los dos candidatos que tenemos dentro del FPV.
Y no es ningún misterio que mi apoyo personal, no orgánico desde mi agrupación, sino personal, es a la candidatura de Daniel Scioli por un motivo simple: como la elección está hecha de votos y los votos están conformados por el voto de la persona de porquería y de la persona buena (parece que es así la cosa hoy por hoy), creo yo que suma mucho más por afuera Scioli que Randazzo.
Nótese también los livianos términos que elijo usar y que bueno sería que todos usemos: creo yo, es una opinión, la posta no la tiene nadie, absolutamente nadie. Y nadie es nadie.

Pero el voto es por adentro, la interna dirime cuestiones entre dos que sino iguales, tienen que ser muy parecidos. Si así no fuera, estimo, creo, prefiero suponer, que desde lo más alto del Frente Para La Victoria hubieran ya bajado una candidatura que no represente a los ideales del Frente, que no represente al proyecto o que no busque continuar el modelo: no creo que ningún compañero crea que Cristina está loca y que pone a uno de los dos, cualquiera de los dos, al frente de una lista y que cualquiera de esos dos va a atentar contra su propio equipo metiéndose un gol en contra.
Tampoco descarto la opción de que alguno o alguna se crea que entiende más de política que Cristina, pero bueno, prefiero pensar que no, que si Cristina habilita a dos candidatos, es porque gane quien gane, con todos los matices que lo diferencian, van a continuar este asunto que se llama kirchnerismo, y que es mío, tuyo, de aquella y de aquel, y que gobierna para el que nos quiere y para el que no nos quiere.

Sólo esto quería decir acá.

Sostener en la mano el corazón del fuego bueno de Néstor, puede ser una tarea mucho más simple si entendemos que la patria es el otro, y el enemigo, está enfrente: ENFRENTE.


PD: Huelga la aclaración aunque pertinente, porque flota en el aire, acerca de que "Si gana fulano, a mengano, después no lo voto".
Es una interna, hermanos y hermanas. Una interna. El que pierde acompaña.
Y si no acompaña, no participó de la interna y está jugando al "si pierdo no vale", cagándose en vos, en mi, en el puchero de los barrios, y en la democracia y la política toda. Así de breve.