"¡Regresen a los noventas! ¡Maricas!"
Este será un posteo mal hablado, de aquellos que solía escribir cuando no me importaba la corrección política.
Y bueh.
Todo empezó cuando publiqué en mi Facebook que escribiría algo que se llamaría "los maricas": mensajes privados y públicos no se hicieron esperar para condenar mi verba sucia, en la que, oh, los putos modos, hacían que el mensaje que yo quiera dar se vea enchastrado por usar la palabra "maricas".
Esto no lo invento yo y esto no lo escribo para hablar de los putos, gays o lo que carajo sea.
Un marica es otra cosa. Un marica es un cobarde.
Y si algún puto se siente ofendido porque a un posteo que no habla de ellos o ella se llama "los maricas", es problema de ellos y no mío y mucho menos de los MARICAS que son los COBARDES.
Dicho esto, le mando un fuerte abrazo a todos y todas y empiezo a escribir.
MARICAS.
------------------------------------------------------------------------------------------------
De un largo tiempo a esta parte, muchos que se decían compañeros aprovecharon la derrota bonaerense en las elecciones de medio término de 2013 para salir corriendo al grito de "yo siempre fuí crítico del kirchnerismo", "yo nunca fuí peronista" y los más osados alardean de "yo jamás dije que era kirchnerista".
Otros, en cambio, te dicen "yo era kirchnerista hasta que dejaron de ser kirchneristas los kirchneristas", o "el gobierno dio un giro a la derecha" (SIC) y muchos te dicen "no me alcanza la plata a fin de mes".
Todas, visiones citadinas de la realidad.
Muchos porteños o bonaerenses, al ver que el 2015 será el invierno del kirchnerismo, en lugar de trabajar, militar y profundizar las ideas y los hechos para cambiar esa realidad, optan por dos caminos lamentables: creer que como Scioli mide bien tienen que jugar ahí o tirarse del bote para poder decir mañana, en quizás una oficina de telemarketing o vendiendo panchos en la estación, que ellos se fueron del kirchnerismo antes de que se caiga.
Ambas cuestiones, tienen que ver con una sóla cosa: con la vida real.
A muchos y a muchas les gustaba estar con el caballo del comisario, medirse en la vida como amos y señores de la democracia, y ser, en todas las canchas, ganadores: esto explica tanto el boom del kirchnerismo en 2010/2011 como también que Roger Waters haya hecho decenas de estadios: en ambos casos, nadie sabía bien por qué tenía que ir a esos lugares pero iban igual, porque estaba bueno, porque todos lo hacían y porque el márgen de conflicto era nulo.
En un escenario de esas características, es fácil ganar y estar del lado de los lindos.
Todos esos, maricas, ahora ven en el gobierno a un agente externo: te hablan de lo que hacen "ellos" respecto a los poderes y ministerios, cuando hace menos de un año te decían "nosotros".
En algún momento, esa magia campeona se quebró y todos esos y esas, maricas, percibieron que el "ellos" de ahora siempre fue "ellos" como algo ajeno a uno, o por el contrario, decidieron unilateralmente que todo lo bueno es "nosotros" y todo lo malo es "ellos", aún cuando se trata del mismo sujeto de análisis.
Y cuando el Estado, siempre, en las buenas y en las malas, somos todos.
Preocupa ver a actores sociales que se suponían militantes (SIC) hablar de "el problema es el otro", en una claqué analista de perogruyo con números, datos y estadísticas arbitrarias, que pueden o no tener razón en determinados escenarios, pero que nunca, y repito, NUNCA, van a tomar como algo bueno a nada del gobierno: sería genial recordarles que eso que hacen, es a lo que antes llamaban gorilismo, y a lo que yo llamo MARICAS.
Compañeros y compañeras que aún te militan en la cara, se hartan de todo lo que no está bueno: cosa más que lógica, puesto que nadie quiere obediencia debida, mucho menos yo, juajua.
Así, con ese piso extremadamente alto que puso el kirchnerismo desde 2003 hasta ahora, cualquier cambio absolutamente insustancial lo consideran una bajada de bandera (no de taxi), una entrega a la derecha, una cuestión sólo comparable a Hitler himself y una bajada de lienzos antes el FMI, las Malvinas, Chevrón, Rockefeller, Duhalde, el zabeca de Banfield y otras tantas cosas que tienen que ver más con un librito de piratas o de aventuras de los 40 que con la durísima realidad.
Porque la coyuntura y la realidad, es mucho más dura de lo que quisieramos que sea.
Y en esa dureza, es que nos encontramos con paredes, con cosas que nos duelen, con cosas que no compartimos del todo, y con situaciones que no tenemos que necesariamente celebrar, pero que tenemos que entender que cuando las criticamos abiertamente, le estamos haciendo un profundo mal a la única persona que debería interesarnos como actor fundamental del cambio: a nosotros mismos.
Cada vez que escribimos que algo no nos gusta, un poco lo hacemos por la comodidad intelectual de sabernos sanos y pristinos, amigos de todo lo bueno y blanquitos como la leche.
Cada vez que nos hartamos de alguna cosa, sin considerar cómo fue siempre en todo el país (por ejemplo, los piquetes regulados que en el interior ni se regulan sino que te cagan a golpes, con suerte), no hacemos más que demostrar la vagancia militante de estar acostumbrados a que nos rasquen, pero ahora que nos tenemos que rascar nosotros, nos pica el doble.
O cuando consideramos que Chevrón o el Club de París o lo que fuera que nos hace sentir menos cubanos y nos achica la barba revolucionaria, quizás ni pensamos que Néstor, nuestro único héroe en este lío, lo que hizo fue pagar y pagar y pagar y pagar porque era lo que correspondía. Con una quita importante, sí, pero lo que hizo, fue pagar. Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, es lo que había que hacer.
Y ahora, es lo que hay que hacer: negociar con los poderes de porquería, como maricas.
Salvo que nos hayamos creído en verdad, desde la comodidad de nuestras casas, que estábamos haciendo la revolución guevarista cuando los y las que gestionaron, fueron otros y otras y nosotros todo lo que hacíamos era ir a la plaza, escribir blogs, compartir fotos de Cristina y hacer fiestas kirchneristas.
El ellos y el nosotros, y todo lo que dejamos atrás, ¿No?
Eso sí: podemos usar y abusar de Néstor todo lo que querramos, por la positiva o por la negativa: en manso matete nos hemos metido, que podemos usar la frase de "No quiero tropas disciplinadas que a todo digan que sí", tanto para criticar a Milani como para celebrar a Milani, como para criticar a los críticos del paro docente, incluso para criticar al paro de Moyano y MAFIA Barrionuevo o para justificar insultos a la Presidenta o para atacar a Bergoglio o estar a favor del aborto. O en contra. Vaya uno a saber. Maricas.
Así y todo, el momento es oportuno: es ahora cuando hay que recuperar a todos los maricas que se fueron.
Es ahora cuando hay que hablar con todos los demás que siempre estuvieron más o menos ahí.
Es ahora cuando todavía hay tiempo de hablar de kirchnerismo.
Es ahora cuando estamos a tiro de hacer de esto algo eterno, y que la revolución de los sueños despierte en milllones de sonrisas.
Es ahora cuando peor estamos y cuando más nos odian a nosotros, que somos el kirchnerismo, que tenemos que agarrar una libretita y comprender que entre lo posible y lo factible hay un trecho de hechos que o lo hacemos o perdemos.
Es en este momento puntual, cuando tenemos que analizar punto por punto qué carajo fue lo que nos enamoró de Cristina y si eso que nos enamoró sigue estando o ya no está más.
Si no hay más inclusión.
Si no hay más AUH.
Si no hay más netbooks.
Si no hay más YPF.
Si no hay más militancia.
Es ahora.
Es hora de despertar del sueño que nos propuso Néstor.
Y empezar a militar más que antes, porque lo bueno, sigue siendo lo bueno y lo que creemos malo, siempre estuvo ahí.
¿Te animás o vas a seguir haciendo posteos de facebook a favor o en contra, cosa que no cambia al país de ningún modo, ni por la buena ni por la mala?
No seas marica.
El kirchnerismo te espera.
YA.
Sacá todo lo que te cuentan.
Hacé un desnudo intelectual y fijate qué estás haciendo, si estás construyendo, si estás destruyendo o si estás haciendo un papelón.
Si sos una despechada o si sos una vaga.
Si te gustaría que el gobierno siga haciendo cosas para poder decir que las hacés vos o te gustaría hacerlas a vos y quedarte con toda la gloria o el fracaso.
Si estás listo para jugar a este juego o si te creés que siempre fue un juego.
Si esperás al 2015 para olvidarte y meterte en la madriguera o si estás listo para resistir con amor.
Si seguís siendo kirchnerista o si nunca lo fuiste.
Dale.