viernes, 26 de noviembre de 2010

CARTA DE UNA NENA A UNA SEÑORA.

Desde que crecí un poco y fui dejando de lado la chocolatada y los dibujos animados, que la miro. A veces por mis horarios escolares no podía hacerlo, pero el año pasado terminé mis estudios y pude disfrutar sin contemplaciones la actividad que compartíamos con mi madre los días que faltaba al colegio: Almorzar con usted. No importaba si teníamos hambre antes, esperábamos a que su chef traiga los platos para empezar.

Mi madre se autodenominaba de izquierda aunque sin militar, así que me imagino que usted se estará dando la idea que no compartíamos su punto de vista. En nada, ni en la más ínfima cosa; sin embargo usted fue siempre bienvenida a nuestra mesa, tanto que casi podía sacarle pan de la cesta.

¿Sabe por qué la mirábamos, Mirtha? Porque es muy interesante escuchar lo que dice una persona que piensa totalmente lo opuesto a uno, además es necesario: Mal que mal, uno se nutre de eso. Uno crece cuando puede comprender que no todo es blanco o negro, cuando entiende que la tolerancia es la base para vivir en sociedad.

Nosotras despotricábamos contra usted con la boca llena ¡Y qué sana actividad, señora, la que practicábamos! ¿Pero sabe qué pasó? Nos dimos cuenta justamente de eso, que teníamos la boca llena, al igual que usted. Ahí llegó el punto de inflexión: ¿Qué pasa con los que no? La mayoría son los que no y muchos de ellos la invitan a su mesa de todas formas, que lástima que no tengan con qué convidarle…

Entonces resultó que mi mamá, no era tan zurda empedernida como decía, porque se dio cuenta que alguien estaba, de a poco, despacio, poniendo comida en los platos y venía de otra corriente ideológica, quizás no tan distinta, pero definitivamente no la misma. Qué loco, como usted, como ella y como yo, es también una mujer y andaba llenando platos junto a su pintoresco marido.

Voy a dejar de escribir en plural, porque mi madre falleció a principios de este año y lamentablemente ahora sólo puedo hablar por mí:

A mí me gustaría muchísimo hacerle algunas preguntas, así como usted se las hace a sus invitados: ¿Usted, sinceramente, quiere que el pueblo argentino esté bien? ¿Usted quiere la igualdad entre las personas? ¿Quiere que la gente pobre deje de serlo? ¿Quiere que los ricos dejen de enriquecerse aún más y todos tengamos las mismas oportunidades? ¿Usted, desde lo más profundo de su corazón, quiere eso? Yo sé que pueden parecer preguntas que merecen respuestas obvias y no la subestimo, pero realmente me inquieta.

Ahora sola, la veo en mi casa todos los días plantear las inquietudes de “la gente”, reclamar por los jubilados, por trabajo y por los que menos tienen y me re-hago una y otra vez esas preguntas. Yo asumo, con toda mi buena fe, que usted me asiente con la cabeza y la mano en el mentón los interrogantes que le plantée antes y ahí me surge una nueva ¿Acaso usted está viviendo otra realidad?

Si me responde que no, a todas, yo entiendo. Yo entiendo las actitudes que usted toma y las cosas que dice. Entiendo por qué se burla del cachetazo a Kunkel, por qué piensa que una pareja homosexual violaría a su hijo, entiendo por qué tardo tanto en contar la historia de su sobrina y la dictadura, por qué habló con tanta frivolidad del cadáver y el cajón del ex presidente Kirchner. Yo la entiendo.

No seré su “colega” como Federico Luppi, como Anabel Cherubito, como Andrea del Boca y otros tantos (y la verdad no los nombro porque en serio SON TANTOS) pero le cuento, de paso, que estoy estudiando para serlo. Usted es una comunicadora, Mirtha, una persona muy poderosa, entra a la casa de la gente… Y, evidentemente, no está viviendo esta realidad.

Yo tengo diecinueve años y soy una desconocida, por ende nadie me está pagando para que haga esto. Apoyo al gobierno y no me obligaron 6-7-8, ni los programas de canal 9; a los que por cierto miro, al igual que a usted.

No milito en ningún partido político, no conozco a nadie de los medios… Pero soy una mujer joven que estudia cine y televisión y está atenta. No puedo evitar estar atenta ante las cosas que ocurren. La gente común, afuera de la tele, también puede apoyar el modelo que propone el gobierno (le digo por si no vio lo que ocurrió en Plaza de Mayo el día que falleció Néstor Kirchner) y también puede decir y pensar cosas PEORES de usted que las que dijo Luppi. O no. O pueden pensar como usted, y pueden querer que la presidenta se vaya. Así es la democracia, esto que vivimos ahora es democracia.

No le tenga miedo a la democracia, Mirtha. Es lo más maravilloso y VALIOSO que podemos tener, y se lo dice alguien que no existía en tiempos de dictadura.


Mariana Lucía Ferreyra


2 comentarios:

Lizzie dijo...

Me gustó, me lo llevo para compartir, un abrazo

Laura Sanz dijo...

Muy bueno, me lo llevé y lo postee ya!!!

che escribis desde Holanda o Belgica?
man bijt hond? mmmmm

Publicar un comentario