viernes, 3 de diciembre de 2010

TODOS LOS VIEJOS.























Entonces vienen y me hablan de la nueva militancia, me dicen de los pibes, me hablan de una K, me mienten una cosa, y me quieren decir otra.
Cae un viejo, y agarra y te dice "che, yo milito de nuevo ahora".
Te comenta como si fuera un dato al pasar que eso que tiene ahí en esa voz de trueno seco, son 82 años, un viejito, de vuelta de todo: debería descansar más, durar más, enseñar más.

Pero se manda del Conurbano Oeste, Zona Hurlingham y va, crea con orgullo una no, eu, dos generaciones de militantes y hoy va, hoy viene, es la Capital Federal, los gorilas festejan la libertad más o menos cerca de la fecha en que perdieron la suya, ahí en 2001.
Y el viejo cruza eras de sabiduría, de historia, peladito, gafas enormes, montura gruesa, y una chomba y una mirada que te desarma.
Porque éste, para otros, es ni más ni menos que el abuelo.

EL ABUELO, entendés, la persona que más te quiso en el mundo, salvo que sea un hijo de puta.

De esos hay varios, pero acá entre compañeros, pocos.

Y te dice y le dice y lo mira a él, señorial funcionario de traje y altura, oh cuidado, (esa camisa sale mi pilcha entera señor, pienso yo del copado funcionario), pero el viejo, va, viene y le dice que el otro día, fue al almacén de Julito, ponele, ni me acuerdo el nombre, pero dale, ahora es Julito.
Y te cuenta, le cuenta a ese que ya está, un copado, pero ya está, éste, pedacito de tierra de barrio, viejecita, hermoso como pocas cosas, le dice que fue al almacén del Julio, entonces, NO ESPERA, ES HUGUITO! AL ALMACÉN DE HUGO ES QUE VA!

Entonces entra y un nene de 14 en un banquito, y una vieja con pelo de color imposible e inflamable entra y el almacenero, Hugo, mira la tele, le dice a la tipa que espere, porque en la tele, habla Cristina.
Y si habla Cristina, paramos el mundo, al menos hasta que el Peronismo deje de ser cool.

Entonces hace eso, y la vieja dice, toda odiosa, no coje hace SIGLOS, dice: "Me tiene podrida esta mina siempre hablando."
Y el almacenero mira raro, tampoco quiere perder la teca que le deja de derrite esa caja no tan gorda, pero nada flaca.

Y el viejo, nuestro abuelo, la mira, le dice que "a él le interesa" y pediré que usted, amable lector, chequée acá abajo porque seguro seguro que el nieto, que la escuchó mil veces, me corrige.
Pero algo así.

Y el almacenero pone cara de puchero de mañana, el viejo sonríe con media cara y la vieja hace un "pffffffffffffff" hastiada.
PERO, el nene de 14, ahí sentado en el taburete, da la vuelta (lo entiendo en cueros, muy peli tana) y le dice a la señora: "Oiga, que yo también soy KIRCHNERISTA."

Entonces, a ver, si en una charla, viene un viejo, cuenta esto, vos mirás y decís que la historia te vino a decir que esta vez, la historia no está tan pifiada.
Y mirás a través de esos ojos un Movimiento Histórico.

Porque no hacía falta que muera nadie para que esto pase.
Pero sí hacía falta que alguno viva más, para que nos cuente lo que estaba pasando.

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