jueves, 27 de enero de 2011

SOMOS ALGO.

















No somos los primeros de la fila, ni los últimos: somos los que nos metemos en el medio para pagar menos el valor del colectivo y de paso, apoyar un toque al culo de la embarazada.
No somos los bonitos, tampoco los feos: somos los de la belleza bruta, sexys de mugre y orejas más grandes, pesadas, con lóbulos gomosos, algo de pelo adentro y ceras secas y así y todo, la ponemos bastante más que la media.
No somos los del corazón destrozado, y tampoco los dueños de la babeante felicidad: somos esos que a veces lloran de la risa y se ríen por no llorar, los medio boludos a los que los ellos llaman sensiblones, los medio tibiones hasta que apoyan a nuestras mujeres embarazadas en el medio de la fila del colectivo.

No somos ganadores, pero tampoco perdedores: hemos empatado como Zapata varios partidos, varias canciones, varias cicatrices que el tiempo viejo nos marcó en estos lomos de viejas cicatrices heredadas, y esa herencia de sangre y juego es lo que nos hace preciosamente luchadores, mediocres y comunes, ideales y perpetuos en la lucha por meter el gol que descuente y luego emboque el mismo resultado.
No somos los que arruinamos la foto pero tampoco los que hacemos que esa foto valga la pena: solemos salir de fondo, de costado, con caras raras, medio pavos, medio borrosos, pero sabemos que si no estuviéramos en ese lugar, allí bien podría haber un agujero en la pared que nos demuestre de una puta vez que todo eso, era real.
No somos arqueros ni goleadores, nos toca siempre ser meros defensores de un fúlbo que no arranca más, o que se juega un minuto en silencio y después durante un doble tiempo de cuarenta y cinco, nos dedicamos a pensar cómo debería haber sido la estrategia para campeonar y dar la vuelta en el olímpo.

No somos audaces, tampoco unos cobardes: somos los que levantamos la bandera cuando hay que hacerlo y salimos corriendo cuando hay que correr, guardándonos para otras bebidas, otros colores y muchas estaciones de radio pasándo en el dial de una AM en cualquier hotel de un hombre a punto de quitarse la muerte de vivir.
No hemos aprendido a volar y arrastrarnos es inaceptable: caminamos como meros observadores de un tiempo que es tangible en mil tetas, en cien barbas, en cuarenta asados y en un brindis pidiendo enfermedad, pobreza y dolor, por las dudas de que siempre todo nos salga mal, jugamos al contreras.
No vamos a morir achicharrados por las arrugas colgantes, ni dejaremos un cadáver bello, rubio y embalsamado: tendremos una vida justa y necesaria, libre y soberana, peronista y un cachito garca, porque si en realidad nos tiraríamos de cabeza a la pileta de la vida, veríamos que ese asuntito milagroso, nos queda siempre chico y nuestros cuerpos, explotan.

Somos algo, pero tampoco soy yo un tipo muy ducho como para decirlo.
Aunque puedo intuirlo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno Hank. Seremos uno de esos? queda el resto de la vida para averiguarlo. abrazo compañero

Anónimo dijo...

Hermoso

Anónimo dijo...

putodelorto!

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