martes, 30 de agosto de 2011

LA CAZA




Imaginemos una película.
En la película, hay una familia.
En la familia, desaparece un menor.

La familia hace lo imposible por encontrarla.
El caso toma estado relativamente público.

Mientras tanto, no hay ningún detalle escabroso, ni ningún dato sobre la nena, más que una serie de presunciones.

El caso toma estado "más público" y entonces los medios toman el guante.
Cuando los medios toman el guante, la vergüenza de las autoridades crece y entonces dicen "Bueh, vamos a trabajar en el caso."

Se disparan datos a lo loco y empieza a haber una línea de investigación, que enseguida es reemplazada por otra, y enseguida por otra y luego por otra más.
Y ninguna es cierta.

Empiezan las filtraciones y todo cuanto pasa en la investigación, lo sabe todo el mundo, en directo y de primera mano.
Y todos saben todo, incluidos los que hicieron desaparecer a la menor (siempre en el caso de que existan).

Aparece un puñado de investigadores: desde vecinos con buena voluntad, hasta periodistas con ganas de tener el caso de su vida.

Luego aparecen una decena de analistas especializados en crímenes de esta naturaleza, todos recibidos en la Universidad de la Vida.
Grandes medios, cadenas de noticias, se hacen eco del caso, que se federaliza e internacionaliza y que se viraliza del mismo modo que lo hace un Spot Publicitario que vende papas fritas.

Entonces empieza La Caza: todo aquel que esté relacionado con algún hecho criminal del pasado, que haya sido juzgado y detenido en tiempo y forma, o que no pero que no tenga nada que ver con el caso pero tenga mal aspecto, y que incluso haya cumplido su pena, o que no, será considerado CULPABLE de buenas a primeras, y luego los medios y todos los investigadores de las redes sociales pedirán la cabeza de esta persona, sin mediar más investigación que lo que leen en la confortable comodidad de sus casas, en las que ellos están y todos están, con una seriedad sólo comparable a la de un comentarista de fútbol opinando sobre reactores atómicos.
Más tarde se verá si eran o no culpables, pero LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE era tirar una lanza a la multitud y pegar, puesto que con suerte, le pegaban al malo y si no pasa, la voluntad fue buena.

Una vez que comienza La Caza, los famosos y actores y personas que necesitan limpiar la burda cantidad de dinero que usufructan con la alegría (cine, teatro, películas), se ponen al frente de una campaña express de 48 horas, lo cual genera en la sociedad quizás el runrún de si una vez que pasen las 48 horas, seguirán con la campaña o ya habrán cumplido con sus respectivas religiones y qué pasará, y cómo seguiremos, y ojalá aparezca.

El caso avanza. El menor sigue sin aparecer.
El perro empieza a dejar de morder al hombre porque el hombre quiere morder al perro y entonces sí, esto es noticia.

Y LA NOTICIA ES NEGOCIO.

Los dedos se alzan en busca de un culpable que liquide la sensación de inseguridad y el deseo de que sea el dedo de uno de los buenos el que lo encuentre, empieza a sentirse ridículo y grotesco.

La familia no tiene un dato concreto sobre el menor desaparecido, aún con varios días de investigación.
La policía allana 700 lugares con más de 1200 efectivos policiales, todos con resultados negativos.

No se detectan nuevos casos de inseguridad mientras los 1200 policías están en el caso, lo cual marca cierto relieve relativo en tanto las noticias de las pasadas semanas acerca de la inseguridad creciente.

Los medios siguen teniendo cables directos con información que debería ser reservada, y los medios se la alcanzan directamente a héroes anónimos que con la mejor de la voluntad disparan sus revólveres justicieros en cuanto cuerpo aparente culpabilidad por pasado, por presente, por nombre, por aspecto o porque sí.

El culpable, si es que existe, sigue todo en directo y sabe perfectamente qué tiene que hacer, dónde esconderse, adonde correr y cómo no tiene que hablar con nadie.

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En EEUU, cuando fueron los asesinatos del Zodiaco, los medios y los investigadores particulares sin experiencia tomaron tal relevancia, filtrando absolutamente todo, que sucedió que incluso en busca de protagonismo, muchos individuos particulares se arrogaron el nombre y la personalidad del asesino, permitiendo que el verdadero asesino, NUNCA fuera encontrado.



La prudencia es un bien sumamente escaso, cuando se trata de nosotros.

2 comentarios:

Lic. Ramiro García: dijo...

Bastante más cuerdo que de costumbre, buen análisis, esperaba que siguieras el camino de una posible manipulación electoral hacia un cromagnon o un atocha bonaerense. En éste caso también la prudencia sería lo mejor. Slds.

CaroDilo dijo...

Excelente lógica... pensaba en esto que planteas y realmente considero que al final "tanto intentar" resolver...termina siendo funcional a los culpables...
Saludos

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