jueves, 15 de septiembre de 2011

LO QUE FUERA QUE SE ESTÉ HACIENDO




A veces pienso, a riesgo de equivocarme, si algunas cosas que haremos, hicimos o hacemos, las hacemos tremendamente mal, torpemente equivocadas o en verdad todo aquello que vemos mal, es lo que en verdad, está bien y por eso, seguimos haciéndolo.

A veces, con todo el temor del mundo, titubeo como humano, titubeo como chico, como nene, como hombre, y levanto la cabeza del enorme tarro de dulce de leche y veo que quizás, y sólo quizás, estemos haciendo las cosas, muy pero que muy absurdamente torcidas.

A veces, con cierto nerviosismo típico de muchachito del conurbano santoslugarense, me encuentro dándome respuestas falsas, mentiras verdaderas, y acomodo todo a la comodidad cómoda de que lo incómodo, es parte de nuestras cosas.

A veces, creo que lo que fuera que se esté haciendo, o sufriendo, o trabajando, o arguyendo o mintiendo descaradamente, puede no estar del todo bien, en tanto cualquier mentira, no, no es mala, sólo las nocivas.

A veces, "veo agujeros como ojos", como decía Stephen King, y a veces, esos agujeros son ombligos, entonces me pregunto si citar a King y no a Walsh, a Descartes, a cualquiera de esos en un blog pretendidamente político, no es un error, si no quedará mal, si no sonará iletrado, y acomodo mi verdad. Y digo que no.

A veces agudizo la vista tonta del maniqueísmo y me descubro mientras nos descubro, armando y formando algo que para sostenerlo en el tiempo, sólo tendremos espadas que cortarán cuellos fornidos, tejidos de historias, de leyendas y de la inefable confortabilidad de haber estado justo a tiempo del lado sano del poder.

A veces, me pregunto si no seremos un corito de ángeles idiotas, un club en la Luna que sólo admite socios que conozcan nuestros trucos de magia, un excelente y aceitado desarrollo plural de masas ausentes en una gran masa ciclópea con cuarenta millones de bocas y ningún oído pero con una antena ensartada en la cabeza brutamente, con la piel de un gallo a flor del cuero, cuero curtido por algo que no hemos sido y que la vergüenza de no haber estado, por tiempo y casualidad, nos somete a pretendernos también, en una heroicidad un tanto fingida.

A veces, sueño en pequeños encantos, enormes espantos, y me relaja saber que enseguida, vamos a despertar en nuevos pequeños encantos de color azul y blanco.

A veces, creo que me pregunto eso, y a veces, suelo equivocarme.

Está todo tan cómodo aquí.


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