miércoles, 9 de octubre de 2013

Se están tirando con de todo



VAMOS

Vamos, que afuera hace un sol hermoso.
Vamos, que los niños y las niñas quieren leche y pan.
Vamos, que tenemos que despertar otra vez.
Vamos, que estamos todos contentos.

Vamos, que la alegría es nuestra.
Vamos, que vamos por todo y mucho más.
Vamos, que el rugir del amor encarna magias.
Vamos, que el combustible seguirá siendo un nosotros.

Vamos, que las copas se levanten hasta el sol.
Vamos, que todavía hay hombres que no pueden ser hombres.
Vamos, que aún quedan mujeres que no saben parir.
Vamos, que un abrazo se regala y una palmada se gana.

Vamos, que el tiempo pasa y no saluda.
Vamos, que tenemos lava en la sangre.
Vamos, y que se partan en cien mil las risas.
Vamos, que la canción tiene cuatro estribillos.

Vamos, que de ayer aprendimos.
Vamos, que sino hacemos a mañana, mañana se va.
Vamos, que las manos y los callos y los culitos son hermosos.
Vamos, que en la tierra hay diez mil semillas.

Vamos, que la tormenta es linda.
Vamos, que lo que nunca empieza no existe.
Vamos, que la verdad no miente.
Vamos, que somos nosotros.

Vamos, que faltan goles.
Vamos, que falta hinchada y sobran huevos.
Vamos, que ya no es secreta la pasión.
Vamos, que vamos a ir.

Vamos, que la vereda maúlla en celo.
Vamos, que las hojas de los arboles se pueden caer.
Vamos, a romper relojes.
Vamos, a reparar al tiempo.

Vamos, ¡Carajo!

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En otro orden de cosas, Lanata fue al hospital pero al final se tomó el palo.
Y le hice esta cosa:



También, elegí contar una anécdota, así:

Una vez, hace mucho mucho tiempo

Una vez, hace mucho mucho tiempo, estaba en un lugar hermoso.
Y Rosado.
En ese lugar, yo estaba porque quería trabajar: era mi derecho como lo es siempre el de todos y todas.
Y estaba ahí, sentado y achicado, porque el lugar es hermoso y el lugar es muy grande.
En ese lugar, hace mucho mucho tiempo, una puerta se abrió detrás de mí, y entró una persona muy pero muy maravillosa, muy pero muy femenina, muy pero muy muy hermosa.

Salté de mi silla como asustado, desesperado, no podía ser que ella, la mujer más pero más hermosa, esté ahí.
Temblaba, yo, de nervios y alegría. Ella sonreía.
Le dije "gracias, no lo puedo creer" y ella tomó mi antebrazo y me lo acarició amablemente, cálidamente, como lo hace una tía, como lo hace mi madre.
Entonces sonreí y sabía que la cosa terminaba ahí.

Pero no. Me pidió que me quede tranquilo, que no pasaba nada malo.
Me rodeó por detrás, se sentó en su silla y en la mesa eramos sólo tres personas.
Ella en la esquina de la mesa, pidió algo para tomar que ahora no recuerdo, porque nada recuerdo y yo pedí algo también.
Charlamos sobre cosas banales, pero yo no dejaba de mirarle las manos, de mirarle la boca, de mirarle el cabello, de mirar a la historia.

Eso habrá durado unos quince minutos de amabilidad y preciosura.
Pero el amor, mi amor, el amor de ella, el amor nuestro, dura para toda la vida.

Quería contárselo a todos en un día feliz, y no en un día infeliz, dentro de mucho pero mucho tiempo, cuando la mujer más pero más hermosa del mundo sea bronce.

Gracias, Presidenta.

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Y para finalizar, les cuento que hoy miércoles a las 19 me entrevista José Pablo Feinmann en Radio Madre, en su programa Carnaval del Mundo y sale a las 23 por este link:

http://www.radiomadre.org

4 comentarios:

Cristina dijo...

Que lindo el poema... Y mas que nada en estos momentos. El amor es lo que cuenta y lo que nos va a salvar como personas y como país. Y Ella, ella nos recuerda todo el tiempo que se trata justamente de eso. Y , claro, nosotros la queremos.

uno dijo...

¡Que lindo!...¡Gracias!

Piotr Satanowsky dijo...

Goeeenissima la de la nato; me lo llevo con su permiso...

Carlos G. dijo...

Muy bueno el tema de Lanata/Pinocho y muy, (pero muy) envidiable la anécdota.

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