domingo, 10 de octubre de 2010

JAULA ABIERTA IV - CUMBIA

(Cuarto texto y final de los cuatro leídos en la jornada NDM de Jaula Abierta)

CUMBIA

Suena arrebatada en una radio barata y esta botella ridícula se desnuda ante mis ojos como si fuera la última del mundo, cancherita, muy ortiva, ya dejó sus excrecencias y tripas adentro de las mías y ahora así se va, a romperse en un cordón y convertirse en arma o adorno de mal gusto, un unicornio verde, un caballito de mar o una jirafa de vidrio.

Suena desvergonzada y pornográfica, decía, la cumbia sucia, la cumbia romántica de telo de Tres de Febrero, la que invita a acurrucarse pegadito con una chica y confiarle la crianza de los hijos que un día van a tener, el Carlos, el Juan, el Daniel, el Alan, la Mariana, la Analía, la Fiorella y todos sus novios, bien puta que salió la nena.

Suena así, como suenan los gritos, pelados, pelados de agua hirviendo, pelados como una gallina hervida sin plumas, suenan así las cumbias en el barrio, te marean sin vino y te dejan tan pero tan felíz que lo único que necesitás es una cumbia más, ahora, ya, ni dentro de 3 minutos, ahorita mismo, dame esa cumbia que me haga revolear los pies, bailar entre las mesas y no golpearme y si me golpeo, nadie va a decir nada porque las mesas son mesas y todos mis compañeros siguen esperando que por esa puerta entre no una mujer, sino ESA mujer.

La bailan así, con los brazos abiertos al mundo y a la espera del abrazo de la vida silencioso y respirado a fondo, todos los pulmones del mundo inhalando, exhalando, inventando aire donde antes había ahogo y la bailan así, claro, porque es cumbia, porque es una zapatilla con un agujero abajo, en la suela, pero que la usamos porque ahí no se nota y entonces creemos, por una buena vez, que vamos a ser todos iguales, todos con la misma astucia, fuerza en los antebrazos y tatuajes pendencieros: el mundo estaría bueno, creemos pero no lo decimos, porque no queremos que se queme y San La Muerte de por terminada su voluntad y la promesa rota nos lleve al lugar de los novatos, del Gauchito Gil, de San Cayetano o mucho peor, la Desatanudos.

No sé cómo se toca, porque la cumbia para mí siempre salió de las radios o desde los celulares de la gente que va a trabajar y no quiere cortar la racha ganadora del baile del fin de semana, de las sillas en la vereda y los tipos a camisa abierta, sudados, entredormidos, confundidos porque le tiraron el tarascón rabioso a la vecina y la vecina es menor, qué tanto, si mezclabas asado, chorizo, vino, cerveza y un calor de los mil demonios, la vecina, era mayor.

Suena así, la cumbiecita que te quiero cantar, la guitarrita que nunca supe afinar y las tumbadoras que le ponen la salsa al guisito humeante con ojos de chanchos, hum!

Qué rica se puede poner la cosa si nos ponemos de acuerdo, nos traicionamos con aviso y nos perdonamos un buen rato después.

Pero este vino imbécil ha decidido terminarse, y nos deja con la cumbia suelta, solitaria y primaria.

Vos, bailás?

H.

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