lunes, 22 de noviembre de 2010

MILAGRO

Cuando empezaron a caer esas gotas forras de lluvia todos nos mirabamos como con susto porque claro, en una de esas todo podía fracasar, aunque nos mirabamos con aquella y nos repetíamos casi en un mantra aquella premisa inclaudicable de “si lo hacemos ellos vendrán”.

No eran ni las diez, pero ya teníamos el plan de escape, salida y recupero.

Ah, la mierda, estos tipitos te hacen cartera, cocodrilo.

Pero teníamos pánico, terror escénico y una sonrisa de Perón que nos transfiguraba.

El otro ahí todo roñoso hacía como que no pasaba nada, porque igual, no pasaba nada, y el agua para él no apagaba ningún fuego, fijate sino eso que tenés en la barriga, que está zarpadamente rico todavía, y brutamente cocinado.

Pero bueno, el chamán armaba ritos, armaba carpas, el otro enorme personaje entraba con la cosa paraguaya de queso y choclo y su chica se hacía la boluda porque sabía que había hecho una obra de arte para paladares machos aunque sean de piba.

Y le dabamos, las bambis se escondían de la lluvia mientras el tío las cuidaba y sonreía con esa cara de chanta amable porteño, uno que no te caga ni que le pidas que lo haga para una película.

Todo se iba acomodando, el grandote sacaba fotos y se reía, con la raya del culo borrada de tanto viaje sólo para gritar Viva y tomarse unas cocacolas amables entre gente de buen color y práctico aroma a vida.

Ahí, sí, nos mirabamos con asombro porque la cosa se dobla y no se rompe eh, los vinilos zarpaban remeras y dale a la plancha, dale que ya llegan y dale que va siendo la hora.

Mirá cómo se acomodan los autos, mirá como llueve, mirá los carteles, mirá las banderas moverse como bailarinas putísimas de burlesque porque dale, el murguero de barba blanca te hace el paso y nosotros zapateamos en calzones.

Desesperación, milagro lejano, puto dejá de mear y el cielo se tendría que partir en dos y bajar la escalera de los héroes.

Pero en cambio van llegando más autitos, va llegando la del pelo rojo con el contingente y esta vez funcionó, no como hace un año, esta vez anduvo.

El circo estaba armado, la carpa lista, la alemana tan felíz que dice “Mah sí, chodos puchos”, y el otro que con las ballenitas dice “bueh” y empieza el baile.

Sigue multiplicándose la multitud, no sé si es que ya están haciendo la porquería por decreto y salen chicos de barba y tipas de tetas o qué carajo, pero pasa.

Pasa y pasa y empiezan los bailes, los gritos, los humos dulces de varietales extraños de múltiples lugares, todo tan rico, todo pero todo tan pero tan rico, delicioso, rico y millonario.

Mirá como sale este pasito.

Mirá.

Mirá este otro.

Y éste, lo tenías?

Vení, militante suave, vení, hacete amigo de esa penita y guardatela en el bolsillo de atrás, con la cédula que acá no te va a servir para nada.

Cuchá, cuchá qué temazo la concha de la lora.

Cuchá, perá, saquémonos una foto, forro dale.

Huérfanos de la vida mordiéndose las manos para no aullar, mordiéndose las caras con el hambre de la eternidad misma abriéndose como una virgen pagana adelante de tus caninos.

Calambre, nunca ganarías un concurso de Tinelli.

Por eso bailás acá.

Por eso gritás acá.

Por eso ponemos los Redondos y pogueamos a lo tarado y la Marcha se hace más Peronista cuando nos cagamos a codazos empujando los charcos a puntapiés.

Ahí vamos, así de rico.

Así de lindo.

Así de armados con el cariño enorme del que se fue hace poco que cada vez que aparecía en la pantalla nos sonreíamos y tratabamos de hacer las cosas mejor, como cuando nos miraba la maestra en la escuela y no nos salía el dos más tres ni la tabla del 9.

Y seguíamos, y charlabamos y era todo en tres, cuatro, cinco dimensiones, seis, siete, ocho, te lo perdiste y chupala.

El secreto seguía perfecto, la muralla inviolable era tan pero tan fácil que la hacía más secreta: si eras Uno De Nosotros, estabas adentro, sino, estabas por ahí comiendo tomatitos peruanos y saltimbaquis de Arizona, ponele, en “Tragatela Toda”, en Palermo Nstruoso.

Pero no, estabas ahí.

Vos estabas ahí.

Yo estaba ahí.

Nosotros estabamos ahí compartiendo un secreto a grito pelado que algún distraído podría haberlo tenido al lado y decir “en este país de mierda” y nosotros le hubieramos servido un vaso de tinto más o menos, pero qué rico, qué rico, qué ricos que somos.

Mordeme, vas a ver.

Sacame plata, vas a ver.

Pedime algo, ahí te lo traigo.

Me traés eso?

Tomá, servite.

Ponele hielo.

Corré para allá.

Atajate esta.

Saltá.

Gritá.

Abrazá, bah, para qué te voy a decir eso.

Dale.

Más.

Más alto.

Más fuerte.

Más negro.

Más hermoso, imposible.

Parecería que estamos listos para algo grande.

Parecería que estamos preparados para salir a la cancha.

Nos tiraron la camiseta y movete pibe, que entrás a meter el gol.

Juégue!

Y para cuando se haga de día otra vez, siempre tendremos la noche acechando.

Babéandose de ganas de que le peguemos la garchada de su vida.

Salú!


5 comentarios:

Musgrave dijo...

sos un tremendo hijo de puta. Sabelo.
Abrazo grande.

QARLA LUCERO dijo...

me encantó!

La Pipi dijo...

Qué lindo, nene, qué lindo! Inolvidable fiesta!
GRACIAS POR TODO Y POR TANTO!!!!

Federico dijo...

hombremuerdeperro.com.ar

LeoEvil666 dijo...

leyendo ,me parecia sentir los olores, escuchar los ruidos , hasta una pequeña emocion (si ya se que me vas a decir emo maricon como siempre),euforia tambien

escribis como la concha de dios guri

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