miércoles, 30 de marzo de 2011

BANDERAS.





















Hoy me tocó estar en un acto en Avellaneda mirando a Cristina.

Hoy me tocó, entonces, mirarla y emocionarme, mirarla de cerca y callarme y convertirme en un groupie y estirar la mano para que la mano agarre nada más que el espacio en el que estuvo hasta recién.

La escuchaba, la miraba.
Veía las manos como garras que arrancan vida a cada paso y ponen más vida, en un intercambio voraz de tu vida por la mía y la mía por la tuya, todo el tiempo.

Tenía un vestido negro, como siempre.
Tenía el pelo perfecto, como siempre.
Y hablaba con brillo, hablaba con colores.

Porque habla de un modo tangible, habla y la olemos, habla y la abrazamos y nos abraza y nos dice al oído que ya está, que ya pasó, como nos decía mamá cuando eramos chiquitos.
Nos da la seguridad infantil del abrazo y nos cubre la cabeza con una mano porque llueve: no llega a protegernos del todo, pero es la única que lo intenta y es la única que lo va a intentar y que va a dar la vida por hacerlo.
Esto es una presunción.
Esto es mi suposición.
Y creo que no me equivoco.

Hoy la miraba, te cuento, y me asombraba de verla cada vez más nublada y que la transpiración me salga de adentro de los ojos.
Porque yo, no, no lloro, así que era eso.

Y no es que dió el discurso más maravilloso de todos los tiempos.
No nos cambió la vida escucharla.
No nos subió el sueldo por estar ahí.
Ni tuvimos mujeres más lindas, más fieles y mejores en la cama.
No.

La tenemos ahí y todo cambia, porque está ahí y estará ahí cuando la volvamos a colocar ahí, cuidándola como se cuida a una copa de cristal en la que adentro, tenemos a nuestra vida.
Por eso el agua salada ésta se cae de los párpados y no le damos mayor importancia.
Por eso gritamos y cantamos.

Y por eso ella nos dice que la emociona escucharnos cantar el Himno Nacional Argentino.
Por eso nos tira un balde de agua saborizada cuando nos pide que cuidemos las banderas, porque las hicimos a mano y nos invita a que las levantemos y que las hagamos flamear.

Por eso el Indio Solari escribió aquella canción, porque la teníamos que escuchar ahora aún cuando tengamos los oídos abarrotados por el ruido de la calle, por el desamor de hembra o macho y por el barullo loco que hace el pasado tirándonos de la sábana de la cama cuando empieza a hacer un cachito de frío.

Ella está ahí, nosotros estamos acá y la relación la construímos así.
Nos mira, la miramos.
Nos manda, nos dice, nos ordena.
Inaugura una escuela.
Otra más.

Nosotros acatamos sus ordenes, porque ella está realizando exactamente las ordenes que le impusimos los que tenemos buena leche, hace mucho tiempo, antes de nacer nosotros, ella o Perón.

Porque esta hermosura de mujer peronista, que nos tocó en suerte, esta hermosura que eligió Él para siempre jamás, es la jefa, es nuestra madre, es nuestra primera novia, es nuestro primer sexo, es nuestro beso a escondidas, es nuestro secreto y es nuestro personal y particular sueño mezcla de barricada y fuego.

No te la pierdas.
Esto pasa todos los días en todos lados.
Ella está ahí.
Y te espera con el amor abierto.

4 comentarios:

Adriana Ferrari dijo...

Ay, ay, ay Hank!! No podès!!! Què es eso que encontràs palabras escondidas en sentimientos? Què es eso que al leerlas entra un frìo loco por la ventana y eriza la piel??
Què es eso que leerte se convierta en una caricia a nuestras almas cansadas??
Què es eso Hank??
Gracias!

Adriana Ferrari dijo...

Ay, ay, ay Hank!! No podès!!! Què es eso que encontràs palabras escondidas en sentimientos? Què es eso que al leerlas entra un frìo loco por la ventana y eriza la piel??
Què es eso que leerte se convierta en una caricia a nuestras almas cansadas??
Què es eso Hank??
Gracias!

El Pelotudo de Notredam dijo...

Acaso llora Ud, Sr Hankie?

Muy bueno el escrito. COnvengamos que mejor es la foto. Jé.

Cristina dijo...

¡Sublime nota!

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