Silenciosa como una serpiente que no existe, etérea e invisible, ella se mete entre tus dos orejas y espera como un monje el momento de la explosión.
Observa con ojos cansados, ojos abiertos, ojos despiertos y no permite que abras la voz más de la cuenta: estarás sometido por los tiempos de los tiempos a sus designios de alquimista de sus propios tiempos y estados de ánimo.
Camina con el garbo de un Dios mujer y lastima sin mirar, porque eso, la hace mujer.
Avanza silenciosa, a los gritos, enmudeciendo a la especie con el perfume del después.
Retiene los secretos de un circo maravilloso y vacío: el show es sólo para ella.
Un tropel de mil amores se acovacha en cada gesto y se convierte en el deseo.
Una mueca bien disparada, es la revolución de cada ejercito, cada vida perdida y cada salto al vacío de los suicidados por amor.
Un movimiento del pelo detrás de la oreja y ahí, justo ahí, el universo entra en pausa y nos quedamos boquiabiertos, mientrás detrás nuestro los arcoiris danzan abrazándose a los planetas y no, no podemos ni queremos ni debemos verlo.
Silenciosa como el murmullo del chisme, con las uñas de un felino diabólico, ella transforma cada secuencia en pedacito de historia y entonces bueno, preguntamos cuánto es porque la cuenta la pagamos nosotros.
Recula para tomar impulso, señala como emperatriz de todos los mundos y hace un pasito de baile huérfano de torpeza: nacida para hacer matar el show empieza y termina ahí.
Recorre el cuerpo de la memoria emotiva y ella es todas porque todas son ella, la flor que quizás no sea la más hermosa pero es la única flor.
Enciende su pecho y tiembla el paraíso porque se cierra el infierno y entonces ya no existe religión en la hora final.
Es ella, es una mujer, es el secreto que todos conocen, es la protagonista, la madre, la del vientre que se llama vientre, la respetada, la que tiene más derechos porque es suave, porque es preciosa, porque es nuestra y porque no, no lo es.
Es ella, es silenciosa, arquitecta de pesadillas, organizadora de sueños agudos y nuevos teoremas de la paz y el caos.
Es la patria, es la tierra, es la alegría, es también, la muerte.
Pero es la fémina, el delicado borde del mantel de una mesa que no está servida y en la que todos, antes, durante y después, comeremos y caeremos rendidos y finales ante el veneno de una garúa fina, nocturna y escalofriantemente hermosa.
1 comentarios:
PASE POR EL BLOG PARA VER COMO ERA, LA VERDAD ME PARECE UN TEXTO CAOTICO,... DEBERIAS LEER MAS O ESCRBIR MEJOR.... BUENO SIGO LEYENDO A LSO GRANDES NO PIERDO MAS TIEMPO CON PELOTUDECES...
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