martes, 7 de junio de 2011

DESCONFÍO



No, no pasa esta vez que un viejo blues me hace recordar nada, principalmente porque no me gusta Pappo y en segunda instancia porque no me gusta el blues.

No.

Tampoco será que juego al "Desconfío", un poco porque ni me acuerdo qué clase de juego es y otro poco porque este introito está siendo demasiado largo, y además, porque con una gratuitidad asombrosa usé la palabra introito y la palabra gratuitidad.
Con lo cual, ajá, estaría cansado.

Y estaría cansado de desconfiar y de vivir una vida entera, de punta a punta, desconfiando de todo.
Antes que nada de mí.
Y después de vos.

Y después, de tu amigo.
Y después, de tu novia.
Y después, de mi amigo.
Y después de la novia de mi amigo, quizás, porque me mira y a mi me da la sensación de que quiere que se la dé.

No sé.

Pero la cuestión es que desconfío.
Y si no fuera un bobaletas desconfiado de mí mismo, podría decirte con pelos y señales, letras y negritas, de qué, exactamente, desconfío.
Pero como temo, como estoy al borde de un shock extraño, es que no voy a decir de qué.
Y entonces así, llego a desconfiar de todos.

Desconfío antes que nada de los leales, porque los verdaderamente leales, no se ven, NUNCA.
Desconfío antes que nada de las sonrisas, porque creo que el que sonríe, me muestra los dos colmillos y alcanzo a ver esas muelas arregladas.
Desconfío muchísimo de quien me puede acariciar: alguien en sus cabales, y alguien realmente bueno, no acariciaría jamás a un perro de estas características, enfermo, pobre, desarreglado, falto de gracia y de tino.
Desconfío de las mujeres, desconfío de los hombres.
Desconfío de ellas porque ellas tienen novio y de ellos porque son sus novios.
Desconfío de todo tipo de medianamente adulto y aborrezco, ya no desconfío, a los adultos que hacen que los niños parezcan adultos, porque me han hecho desconfiar de ese niño.

Y todos sabemos que lo único confiable en esta vida rara, son los animales y los bebés.
Los bebés, eh, nunca los chicos.
En cuanto un chico empieza a hablar, ya te negocia y por lo general, te garca.
Aunque lo llenes de besos y sea lo más lindo del mundo.
Te garca.

Desconfío del relato que nos están contando, desconfío profunda y afanosamente de mis amigos y más aún de todas las personas que quieran ser amigas mías.

Y si desconfío, es porque temo.
Y si temo, es porque me quemé con leche.
Y si me quemé con leche, es porque me la busqué.

Entonces desconfío.

Desconfío de los habladores, desconfío de los amigotes.
Desconfío de toda una clase entera de personas que fueron hechas para ser desconfiables.

Apesta a perfume y tela nueva, todo aquello a lo que le tengo el pánico bobo, pero sin embargo, voy a proponerte que me dejes morderte los talones.

Esto es una carrera, y si hacemos algunos acuerdos insensatos, algunas concesiones macábras y un poquito de quilombo, vamos a ganar más tiempo para poder desconfiar con toda la autoridad del mundo y no con esta idea patética de desconfiar por desconfiar.

Y el tiempo, amargo y estrangulador, nunca nos da la razón.
Por el contrario, diametralmente, por el contrario.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Desconfio de un tipo que desconfía de todo.
Hace frio andá a dormir Hank, se te congelan las neuronas.

El Cardo

Almita dijo...

Desconfiá entonces de este comentario que te dice que está muy bueno lo que escribiste, y desconfía también que yo te diga que desconfío tanto como vos, y que en este mismo instante (de desconfiada) me arrepiento de decirlo acá.
El tiempo te dará la razón, seguro.
Un abrazo con codos interpuestos, bien de desconfiada.

LeoEvil666 dijo...

al mas leal no lo ves nunca por que esta en montevideo ,, .Pinnnnnn

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