Lo sabemos.
También era todo mentira eso de que la gente no se conoce desde antes de conocerse.
Porque es todo mentira.
Pero todo.
Y lo bueno es que vos y yo lo sabemos.
Porque al saber que es todo mentira y que la vida se termina en cualquier momento (de mentira) es que vamos por ahí zapateando hígados ajenos y resucitando cual niños cristos de barba ridícula.
Porque somos hombres, pero de mentira.
Entonces nos cagamos de calor, nos cagamos de risa, nos cagamos de miedo, y nos cagamos encima casi, de tanto que hemos metido adentro del estómago y decimos que así es como era y caerse no se cae nadie, acá.
Y seguimos luchando, cuesta arriba, y a veces me animaría a decir la palabra que empieza con A y termina con Migo, pero termina conmigo.
Y recuerdo que te la pasas adorando, enamorando y abrazando causas perdidas y tanto te gustan que a veces preferís perder porque ganar, eso es de cobardes.
De cobardes de mentira.
Entonces como entiendo que vivís en un permanente estado de algarabía navideña, es que prefiero no creer que somos amigos, sino alguna cosa extraña y bienpensada de "compañeros estratégicos", sea la estrategia a desarrollarse la búsqueda de una bebida o el hallazgo de la palabra de hoy, la anécdota incontable o dormirse en el herrumbre de un sofá muy pedante.
Y me cuentan una cosa, otra más y te juno, más o menos y de mentira, y algunas cosas no merecen ser dichas, entonces es mejor no decirlas, porque pueden sonar a mentira y ambos sabemos que un día nos vamos a terminar matando en la terraza de un hotel, ambos de traje, importantes funcionarios con olor a colonia en el rostro, atiborrados de cocaína definiendo el destino de sudamérica.
Pero la lucha de clases que vamos a tener, esa que nos permitió ganar las primeras elecciones históricas de doble presidente, esa, la de mañana, la de "Evaluación de Gestión o Muerte", no va a ser por el pueblo.
La lucha que vamos a tener es la lucha por la derrota: a ver quién se queda con la piba más fea, se enamora y pierde absolutamente todo lo que le quedaba de muerte.
A ganar la derrota personal, camarada.
Porque es esto lo que tenemos en la mano, un nada despreciable resacón y el coco como una maceta.
La vida era otra cosa, según la escuela, pero la escuela también es una mentira.
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