Un día cualquiera, en el CCK en 2015, era así:
Resulta que ayer encontré en Twitter una foto que mostraba que colgaba de una pared una enorme foto de Hernán Lombardi, el famoso "ministro de televisión", en el Centro Cultural Kirchner.
Semejante barbaridad, me parecía un abuso, puesto que Lombardi es el gladiador de la despersonalización de todas las cosas que se llamen Kirchner (como el centro cultural),
Entonces me decidí a ir, como un ciudadano más.
Experiencias así había vivido ya cuando elegí ir a Tecnópolis para comprobar con mis manos lo que habían hecho. Cuando "hice" Tecnópolis, escribí esta cosa:
http://hombremuerdeperro.blogspot.com.ar/2016/07/tecnopolis-2016-punto-de-encuentro.html
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Ya desde afuera percibía un aire de vacío y opresión: no es que me toque estar loco, no.
Cualquiera puede comprobar que en el ingreso del CCK, ahora hay unas vallas que rodean y guían hasta la puerta, dispuestas arbitrariamente sobre la vereda.
Hoy era un día en el que el CCK está abierto al público: un día que podía estar poblado de turistas, niños y niñas de escuelas, contingentes de jubilados o hermanos y hermanas de otras provincias que no sean Buenos Aires, recorriendo el lugar. Como era cuando ese lugar era kirchnerista.
Subí la corta escalera en la que un guardia con pechera flúo hacía una guardia absolutamente en vano.
Entré y me llamó la atención que no había nadie.
Apenas un puñado de empleados en silencio, y el silencio era el sonido general del lugar.
Como vemos en la foto, no estoy exagerando cuando digo nadie.
Entro, miro a la Esfera Azul que puede verse un poquito en la foto anterior.
Es preciosa.
Tiene un cartel al que no fotografié. En él dice que la esfera finalmente fue donada por el autor (Julio Le Parc) en mayo de 2016. Lo que no dice, es que fue prestada DE PALABRA a la administración anterior.
Sigo.
Me acerco a las escaleras mecánicas: todas funcionando pero cerradas por uno de esos divisores de filas de los bancos, los elásticos. Le pregunto a dos personas de seguridad si puedo usar las escaleras mecánicas porque no uso ascensores. Me dicen que sí, que corra eso y suba. Ok.
Subo al primer piso, me asomo: todo vacío.
Subo al segundo, todo vacío.
Al tercero.
Al cuarto.
Al quinto.
Al sexto.
Al séptimo.
Empiezo a recorrer y no veo cartelería que me indique qué mirar: el CCK hoy es un lugar estéril como un hospital. Los carteles indicadores de qué exposición hay en algún lugar son o pequeños o están mal ubicados, o no resaltan. No hay prácticamente carteles intermedios que indiquen qué pasa en cada piso y para ver cada muestra, hay que entrar a las enormes habitaciones.
Por ejemplo, esta obra ocupa una sala de por lo menos 30 metros.
Adentro, un empleado sentado en una silla no hace nada.
Quizás sea que soy un idiota del arte.
O quizás eso sea un afano.
Sigo y entro en otra gran sala: aquí sí había gente. Tres personas observando estas piezas:
Quien sepa de arte seguramente apreciará, explicará y sentirá un montón de cosas con ese puf enorme que parece un castillo inflable pero desinflado, esas carretas que jamás conocieron al trabajo y ese abrazo de la industria textil.
Salgo de ahí, decido no ir a ver la muestra de los gauchos.
Me encuentro con este cartelerío simil Oficina de Turismo de cualquier provincia que por supuesto nadie miraba.
Más adelante, dos turistas le preguntan a una de las trabajadoras del CCK si podían entrar a la mítica Ballena Azul, esa obra maravillosa.
La respuesta simple y clara: "No, ahí sólo se entra cuando hay espectáculo y sólo con entrada". Los turistas asintieron y se fueron.
Recuerdo que a la Ballena Azul antes se podía entrar al menos para verla por dentro.
Hoy no.
Mando un mensaje a alguien afuera porque quería saber dónde estaba la exposición en la que estaba Lombardi. Me indican que en el quinto piso.
Bajo.
Me cruzo con esa obra de las bicicletas.
En visitas guiadas se supone que uno puede subirse y hacer de cuenta que pasa algo.
Hoy no, tenía un cartel que decía que sólo era para observar.
De todos modos, como en todo el CCK, todo parecía estar hecho para hacer de cuenta que pasa algo.
¿Querés ver más vacío?
Mirá.
Y así en cada piso.
Más:
Todos estos lugares que te muestro en fotos son distintos pisos, alguna del mismo piso mirando a la izquierda o a la derecha.
Todo vacío.
Todo limpio.
Todo sin nada.
Todos lugares abiertos al público pero claro, nadie quiere ir a un lugar en el que no pasa nada.
Y entonces llegué adonde tenía que llegar.
La muestra se llama #PazSinTerror y es conmemorativa de los 25 años del doloroso atentado a la Embajada de Israel en nuestro país.
Es una muestra fotográfica intensa en la que los participantes hacen el signo de la paz que a su vez recrea a un número dos, y con la otra palma abierta recrean por un lado al número 5 formando el "25" del aniversario y a su vez representa un "freno" al terrorismo.
La acción publicitaria está a cargo de la agencia de publicidad BasevichCrea.
Voy a mostrar la muestra de atrás hacia adelante por motivos meramente narrativos.
Este es el cartel que está en el fondo de la muestra:
Aquí sobrevivientes, personalidades y artistas:
¿Pero quién está en el ingreso a la muestra, con una relevancia absoluta y que se ve desde afuera?
Sí señor, como anticipamos, el mismísimo ministro de televisión, Hernán Lombardi, junto al Embajador de Israel:
Más cerca, podemos ver claramente la foto.
Lombardi, que en verdad no es ministro de televisión sino el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos.
¿Cuál es el criterio para hacer esta oda a sí mismo?
Como podemos ver, no se encuentra en ningún otro lugar al menos en redes, una foto de Hernán Lombardi referida a la muestra:
Michetti, Marcos Peña, Mario Negri, Hermes Binner, Fernández Meijide y María Eugenia Vidal.
Lombardi no está.
El afiche "oficial" de la muestra, tenía en absoluta relevancia y en una foto sacada en otro lugar, a la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, pero tuvieron el decoro de no ponerla en la muestra.
¿Qué significa Hernán Lombardi en el frente de la muestra?
¿Cuál es el criterio para ponerle (o ponerse) en primer lugar?
Se conoce la minuciosidad de Lombardi para las cosas que hace: así como él decidió que en Tecnópolis se hable de 9.000 desaparecidos, difícilmente no haya aprobado y quizás estimulado que su presencia en la muestra no sólo se de, sino que esté en primerísimo primer lugar.
Lombardi, el mismo que quiere cambiar el nombre elegido por el Congreso de la Nación para el Centro Cultural Kirchner por Cerati, Borges o cualquier cosa que no sea kirchnerista.
Lombardi, el mismo que dice que "Somos un gobierno esclavo de la ley".
El mismo que dice que hay que "salir del populismo" y "mejorar las ideas republicanas", como un Kim Jon-Un vernáculo se ubica a sí mismo en una pose solemne, como si no hubiera sido él el mismo que le dio la mano a De La Rúa para ayudarlo a subir al helicóptero mientras en la plaza mataban gente a mansalva, y como si no hubiera sido funcionario de ese gobierno asesino que como sabemos, no mejoró absolutamente ninguna idea salvo la del saqueo a manos foráneas.
Bullrich, Lombardi y De La Rúa.
Así están las cosas en el CCK.
Vacías, pretenciosamente malas, para que sea gasto, para que no funcione, para que salga mal.
Así, haciendo de cuenta que pasa algo en un lugar donde por decisión política, no pasa absolutamente nada más que el culto a un oscuro, poco querido y artísticamente berreta marchand de las arcas públicas.
Antes de salir del CCK, me llamó la atención una obra que abarca toda una pared.
La foto de un helicóptero.