Por lo que nos dio, los que nos da y lo que nos quiere dar: nunca pensemos en eso porque ella va y hace. Pensemos urgente, pensemos en lo inmediato qué dimos, qué damos y qué vamos a dar.
Por su entrega inmediata, su gigantesca generosidad, su abrazo largo, abrazo de abrigo: lo que tenemos que hacer, lo que dejamos de hacer y la vida que vamos a ganar. Armemos y amemos, subamos a la cima de nuestra voluntad y miremos con la paciencia de la araña el cuadro grande, que la historia no pasa sino que la hacemos.
Por su voluntad de estar siempre con los y las que más necesitan a ella, porque lo sabe, lo supo y dio ventajas, esperó y pensó y ese fuego, ese fuego, sólo ese fuego eterno que no la quema y nos enciende, nos deja respirando; otra vez, respirar y respirar y bailar y cantar y estar y ser y pensar más, pensar más, pensar más.
Correr contra el viento bajo la lluvia, abrazados y abrazadas saltando sobre las brasas de lo que fue y construyendo por lo que será: una casa ENORME, un castillo con mil piezas, relleno de historias de amor, las más lindas historias de amor.
Una patria empujando para entrar, un país entero que se ahoga en la miseria de los angurrientos que agazapados ayer, hoy muestran sus dientes, sus armas, su verdadera violencia física y nos quieren abollar el alma con sus botas de mierda.
Porque a ella le duele lo mismo que a vos, le pesa lo mismo que a vos, y la desespera todo del mismo modo que a vos cuando te vas a dormir pensando que pasó un día más y ese día más es un día menos y un día más cerca de recuperar la alegría para todos y todas.
Ahí, en la esquina donde un amor se rompió, donde un niño perdió una pelota y un viejo tosió fuerte y pensó que todo se terminaba. En esa esquina donde una declaración de amor entre dos hombres dejó de ser tabú, donde una mujer recién nacida tenía leche de su madre y donde los meses terminaban a fin de mes.
Ahí está ella.
Ahí está Cristina.
En la esperanza hermosa.
En la seguridad de que mañana va a ser parecido a hoy, donde vas a tener tiempo de sobra para reir, llorar, y encima pedir postre.
De cara al universo y de tu vida finita: ¿Vas a dejarla pasar?
Ella está aquí.
En la cercanía de lo que querías con lo que podías.
En la intimidad de la sangre que te corre por las venas y marca el ritmo perfecto de tu corazón.
Ahí está ella.
Como siempre.
Al lado tuyo.
Acercate carajo.