Partidos.
Partidos en varios frentes y alejados por impromerios.
Alejados por dolores que nada tienen que ver con uno sino con varios.
Dolores que no duelen sino que molestan, sobre cicatrices viejas y ya sangradas.
Cicatrices que se levantan y se hinchan, supuran y huelen mal.
Siempre partidos. Partidos en partidos, de izquierda o de derecha, de centro izquierda o centroderecha, nunca arriba, siempre empujando para abajo. Porque abajo nos quieren ver y abajo nos empujan, es que no se pueden quedar tranquilos y decir: este mes haremos un gol.
Porque no soportan ver a un pueblo no sólo de pie, sino caminando, festejando, ondeando las banderas visibles e inflando su pecho con las invisibles.
Porque añoran una época en la que los que manejaban y partían eran ellos, y porque no aceptarán nunca jamás que si alguien sonríe, si alguien anda, si alguien gasta y si alguien se divierte, es gracias a que otros sonríen, otros andan, otros gastan y otros nos invitan a divertirnos. Partidos en galas o pueblo.
Barbarie o barbarie.
Partidos que se juegan, se lloran, se sufren, se gritan, se patean, se comen, se toman, se llenan de medialunas en grupos de amigos y gaseosas con cerveza, sin diferencias de partidos, sin estar partidos, unidos en un grito de gol que de ningún modo es un acto apolítico.
Y a la noche, más amor que nunca o menos que siempre, pero amor al fin.
Partidos por la mitad entre los que queremos que ganemos y los que quieren perder: acá ganamos todos o perdemos todos, pero no nos daremos cuenta hasta que veamos en qué mano cae la copa.
Unidos en nidos sin partidos políticos, haciendo la V de la victoria o llevando ambas manos sobre el hombro como si estuvieramos levantando un palo de golf.
Unidos de nuevo, partidos mañana, partidos dos veces por semana.
Vos vas a estar de nuestro lado, te guste o no te guste.
Partidos en varios frentes y alejados por impromerios.
Alejados por dolores que nada tienen que ver con uno sino con varios.
Dolores que no duelen sino que molestan, sobre cicatrices viejas y ya sangradas.
Cicatrices que se levantan y se hinchan, supuran y huelen mal.
Siempre partidos. Partidos en partidos, de izquierda o de derecha, de centro izquierda o centroderecha, nunca arriba, siempre empujando para abajo. Porque abajo nos quieren ver y abajo nos empujan, es que no se pueden quedar tranquilos y decir: este mes haremos un gol.
Porque no soportan ver a un pueblo no sólo de pie, sino caminando, festejando, ondeando las banderas visibles e inflando su pecho con las invisibles.
Porque añoran una época en la que los que manejaban y partían eran ellos, y porque no aceptarán nunca jamás que si alguien sonríe, si alguien anda, si alguien gasta y si alguien se divierte, es gracias a que otros sonríen, otros andan, otros gastan y otros nos invitan a divertirnos. Partidos en galas o pueblo.
Barbarie o barbarie.
Partidos que se juegan, se lloran, se sufren, se gritan, se patean, se comen, se toman, se llenan de medialunas en grupos de amigos y gaseosas con cerveza, sin diferencias de partidos, sin estar partidos, unidos en un grito de gol que de ningún modo es un acto apolítico.
Y a la noche, más amor que nunca o menos que siempre, pero amor al fin.
Partidos por la mitad entre los que queremos que ganemos y los que quieren perder: acá ganamos todos o perdemos todos, pero no nos daremos cuenta hasta que veamos en qué mano cae la copa.
Unidos en nidos sin partidos políticos, haciendo la V de la victoria o llevando ambas manos sobre el hombro como si estuvieramos levantando un palo de golf.
Unidos de nuevo, partidos mañana, partidos dos veces por semana.
Vos vas a estar de nuestro lado, te guste o no te guste.
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