El eco de la historia, escuchalo, lleva tu nombre.
Rebota en las paredes de la infancia, crece en el alma de los viejos.
El reflejo de tu sombra auténtica, gigante como una bestia sagrada, plena de tanto dado, cobijando a los cánticos que se hacen en tu honor.
Tu corazón partido en dos, deja una mitad brillante y dulce, azucarada en belleza, floreciente de todo lo que nos queda, de todo lo que le queda, y de eso que por tan poco, no llegaste a hacer vos.
Tu garbo inexplicable, tu visión estratégica, tus sueños concretados en toda la historia que dejaste, hermosa, grande, de roca y acero.
El eco de la historia, escuchalo, lleva tus risas.
Rebota en los rincones de mi vida, crece en la memoria de cualquiera.
El aliento de tu pecho inflado, flamígero, cuenta hasta diez y vuelve a volar.
Los dioses te guardaron el lugar.
Y si así no fuera, de seguro, ya te lo has ganado.
Salú, Néstor.
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Salú, Nestor
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