Extrañarlo bien

Extrañar bien a Néstor no es lamentarlo, pedir que vuelva, decir que él en tal o cual situación hubiera actuado de tal o tal manera, diferenciarlo, o suponer que si estuviera, algunas cosas serían distintas a lo que son.

Extrañarlo bien a Néstor es actuar en consecuencia con cómo era Néstor: se conoce, escuché a varios ministros decirlo, que Néstor les pedía a todos sus funcionarios que lo único que tenían que hacer desde sus funciones era cada día, de lunes a lunes, por lo menos algo que favoreciera al pueblo.

Suena simple, hasta simplista, pero no lo es.

Porque extrañarlo bien a Néstor es rendirle homenaje desde los hechos.

Extrañarlo bien a Néstor es no ser antipatria, no tirar en contra, considerar cada una de las cosas que hacemos en términos de si sirve o no sirve, si suma o no suma y tener bien en claro quién es el enemigo, quién el amigo, quién está laburando y quién está jugando en contra.

Tratar de pasar cada una de las declaraciones que hacemos (funcionarios, almaceneros, taxistas, gremialistas, vecinos, prostitutas y prostitutos, todos) por la parábola socrática de "Los tres coladores", puede ser un buen comienzo.

Esa parábola es la siguiente:

"Un día llegó un amigo muy agitado ante Sócrates:

-      Sócrates, tengo algo que contarte...

-      Un momento, ¿has pasado lo que tienes que decirme por los tres coladores?

-      ¿Tres coladores?

-      Sí amigo, tres coladores. El primero es la Verdad. ¿Has comprobado que todo lo que tienes que decirme es verdad?

-      No, lo he oído contar.

-      Bien, bien. Pero seguro lo has hecho pasar por el segundo colador, el de la Bondad. Porque si no es del todo verdad lo que tienes que contarme, ¿al menos tiene algo de bueno?

-      No, al contrario...

-      Probemos pues, de servirnos del tercer colador y preguntémonos si es Útil contarme lo que tanto te agita.

-      Útil precisamente...

-      Pues bien, Dice Sócrates, si no es ni verdadero, ni bueno, ni útil, olvídalo y no te preocupes por ello."

Desde lo discursivo, antes de abrir la boca, deberíamos entender a qué somos funcionales, a qué juego jugamos y si ese juego es un juego o es una enorme y tenebrosa movida desestabilizadora como las que nos tiran todos los días, a toda hora.

Y desde los hechos, desde cada lugar que tenemos, desde donde nos toca, recordar y extrañar a Néstor puede concretarse.

Dandole una mano a un vecino, explicando porqué pasan las cosas que pasan, escribiendo un posteo, yendo a alfabetizar, comentando en una página web, devolviendo una billetera que se cae, no pagándole la yerba a 30 pesos al almacenero y explicándole porqué, armando agrupaciones, peleando la verdad, leyendo, laburando en las cárceles, estudiando, trabajando, generando políticas porque todo es política, desarrollando proyectos, armando cooperativas, decretando leyes para el pueblo, recuperando YPF, trabando productos en la aduana que se deben fabricar acá, haciéndose un tatuaje, escribiendo canciones, repartiendo verduras y carnes, haciendo una fiesta, armando un afiche, pintando una pared, no dejando pasar un comentario en contra del modelo, y todas esas cosas y todas las que no están acá, que muchos de nosotros hacemos, a veces muchas veces por día, a veces pocas, pero siempre siempre, al menos, como decía Néstor, una vez por día.

Claro que se lo extraña.

Y por ese amor que le teníamos y por haber dejado su corazón en la cancha, es que lo que menos podemos hacer, es rendirle homenaje haciendo lo que nos dijo que hagamos.