viernes, 24 de junio de 2016
Querido norteamericano
Posiblemente te importe poco lo que te cuente un argentinito, uno de ese país que vos no sabés diferenciar si usa bananas y ornamentos frutales en su cabeza, si tiene un hueso cruzado en la nariz, si soy de Buenos Aires, en Brasil, o si mi baile favorito es el de Shakira porque en México siempre fuimos muy de bailar tango, jugar fútbol y bancar dictadores.
Posiblemente, de hecho, le tengas que pedir a algún empleado de limpieza o a algún subalterno tuyo que te lea ésto, o posiblemente nunca lo leas porque uf, qué paja leer todo así en espagnol.
Pero bueno, te cuento: nosotros también nos reímos.
Nos reímos a carcajadas cuando vimos que había un tipo que perfilaba en política porque con todo el poder económico posible de una fortuna que hizo con obra pública y que generó deuda y que luego pagamos todos porque acordó a cambio de más obra pública con un dictador que esa deuda la pague la gente, llegaba a la presidencia de un club y ese club era Boca: seguro que a Boca SÍ lo conocés. ¿No?
Bueno, ese club.
El tipo llegó como burlándose de la historia, cabizbajo y tratando de generar una suerte de tecnocratización y logró que Boca gane buenos torneos, incluso los mejores.
Y nosotros nos seguíamos riendo, porque claro, cualquiera gana con ese fangote de guita en la mano, comprando buenos jugadores, y comprando relaciones.
Y fuimos los mejores, la mitad más uno del país gritaba los goles y cargamos para siempre a otro equipo que hay en éste país que no importa su nombre y nos reíamos y pensábamos puertas afuera, que ese tipo ridículo, feo y millonario hasta el abuso con una guita que en realidad era nuestra y que todavía pagamos, estaba tocando el cielo de los niños ricos, que sólo conocen cielo y el suelo les queda a tres vidas de distancia.
Y nos reímos.
Lo veíamos hacer declaraciones y nos reímos.
Nos reímos cuando en la tele decía cosas xenófobas.
Cuando decía cosas fascistas.
Cuando iba a programas de la tele a hacer papelones de niño bien, pretencioso y engrupido.
Y nos reímos.
Luego nos reímos cuando fue como candidato a diputado y no fue nunca a laburar: era presidente de Boca y a la vez diputado y entonces no fue a 277 de 321 sesiones que hubo.
Y nos reímos.
Después se la jugó a Jefe de Gobierno y perdió en el balotage, y ¿Sabés qué? Nos reímos.
Dijimos que estaba muerto, que no existía, que casi casi pero je.
Un par de años después fue otra vez como candidato, ya sin bigotes para que nos ríamos menos y entonces claro, ganó y fue Jefe de Gobierno.
Ahí fue bastante efectivo el bigote o el quite de bigote, porque nos reímos bastante menos cuando vimos que era ahora, un mandatario.
Entonces llegaron las bromas en la tele, su imitación de Freddy Mercury, nos seguimos riendo y le dijimos tonto, otario, bobaletas, se tragó su propio bigote de plástico y casi se muere y entonces volvimos a reirnos todavía más.
Hicimos fotos con la cara de él y nos reíamos, lombrosianos hermosos, nos reímos de que no tenía cara de pillo y de que la gente de CABA nos daba asco, eran tontos y ya iban a ver.
Y luego fue reelecto.
Pero nos seguimos riendo, eh.
Nos seguimos riendo mientras nosotros creíamos en otra fuerza política muy intensa que era gobierno nacional hacía más de 8 años y sabíamos que la aventura de Macri, aún habiendo sido reelecto, era eso, una aventura, que no le daba el trabajo, que no le gustaba, que era vago, que vuelva a la empresa, que vuelva a Boca, que era inoperante, ridículo y sí, gracioso. Entonces nos reímos.
Y le empezamos a decir facho, tarde, pero le empezamos a decir facho y pensamos que si le decíamos facho todos estos tontos que nos dan asco de CABA iban a entender que era facho.
Y por ahí no nos reímos de los fachos que lo votaban, de esos y esas millones que les gustaba ver una veredita nueva, y un discurso austero de ideas y de palabras pero con lindas rimbombancias que sonaban como música para esos y esas que también los votaban, y que ni eran fachos.
Pero nos seguimos riendo porque todo se resumía en pensar en los demás o en uno mismo, y como nosotros pensamos en los demás y esos "ellos", o "Ellos" en ellos mismos, iba a primar la cordura y una visión más global del asunto.
Y se lanzó nomás a la presidencia.
Arrancó su campaña con un discurso, lo cambió sobre la marcha y lo chiflaban hasta los propios: sí, hubo gente entre sus filas que le creyó la mentira que decía cuando decía que iba a estar todo bien, que todo además iba a mejorar y que sólo se quitaría lo malo: corrupción, vagancia, delito, desunión, drogas y todo lo que cualquier madre no quiere para sus hijos.
Y nos seguimos riendo, mientras nos desgranamos por dentro, nos acusamos de cualquier cosa, nos dijimos traidores y nos exageramos poses de apoyo y de no apoyo.
Lo que importaba no era ese candidato, sino la interna nuestra, porque el candidato era un flan.
Algunas encuestas empezaban a dar raras pero no, no era posible, el chiste NO ERA SOBRE NOSOTROS, NOSOTROS NOS REÍMOS DE ELLOS, SIEMPRE, JAJA, JEJE, JUJU, JIJI.
Y "la gente tiene memoria", creímos, pensamos, sabíamos porque nosotros eramos "la gente" y no lo que decía el bruto candidato de la tercera opción que proponía meter presos a pibes y pibas por militar en determinada agrupación y pensar de determinado modo.
Y mi querido norteamericano, no te digo esto porque tenga un particular afecto por vos o tu cultura o tu país o lo que significan como policía del mundo, no.
Te estoy diciendo esto porque nosotros también nos reímos, tuvimos un candidato que era gracioso y un día, sin casi que nos demos cuenta y mientras nos matamos entre nosotros, ese chiste fue sobre nosotros.
Y fue presidente.
Y está rompiendo todo: nosotros como fuerza política hicimos una gloria de cosas bien y un bochorno de cosas mal, pero candidatos como ese del que te reís ahora y lo chicaneas en las redes y subís fotos progres y abiertas a tus redes, un día llega, llega como una tromba, como el agua de una inundación que de a poco y sin pausa se mete por debajo de la puerta de tu casa y primero te alejas, luego subís las sillas, luego a tus mascotas, empezás a desenchufar todo porque no querés morir electrificado, y subís más y el agua no frena, y a veces entra más y más y más y más y te aseguro, que ese agua, te va a dejar el suficiente espacio para que inundado y todo NO TE MUERAS, sino que quedes condenado ahí arriba, con movimientos restringidos, con terror de caer, con pánico de morir y de saber que si el agua frenó y no avanzó, es porque el agua no quiso.
Yo podría ser un poco más patriota y nunca escribirte sobre ésto, esperar que vos como país te destruyas y desaparezcas y el mundo sea un lugar quizás más feliz sin tu opresión (y con otra opresión), pero sé que en ese recorrido se mueren un montón de personas, de muertes reales, de muertes de pobres, de muertes de pena, de todas las muertes que siempre son definitivas.
No muertes simbólicas. Muertes. Velorios. Olor a flores. Maquillaje en el cadáver para que parezca dormido. Y los mejores recuerdos.
Y yo no quiero eso porque si tu patria se muere, en el camino se muere todo el mundo: del mismo modo sé que con este gobierno horrendo y egoísta que tenemos ahora, los que pagan son siempre los mismos y las mismas, porque las crisis se comen a los chiquitos, a los social y económicamente chiquitos, y las crisis siempre las pagan ellos y las pagan con esas muertes que te dije hace un rato.
Querido norteamericano y norteamericana: no te rías.
Existe una cosa que se llama la militancia.
Estás a tiempo, te queda mucho tiempo para no obrar con mezquindad y egoísmo, uniéndote con quienes piensen como vos, o parecido a vos, o muy distinto al candidato del que te reís, para saber que la grieta es internacional, que te van comer crudo y que la opción que tenés en tu candidata macabra más progresista ni en pedo es la mejor que hay, pero es mucho, mucho, mucho, mucho mejor que tu propia muerte y que la muerte de los que tienen internet, no leen, están desinteresados de la política y los vaivenes de la sociedad y que sobre ellos también vas a tener que generar conciencia.
Dale.
Mové el culo.
En éste esquema, en el tuyo, los chiquitos somos todos los demás países del mundo.
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