En una tumba alta, fastuosa como el Congreso, escondían las cartas a la vista de todo el mundo mientras el sonido tribal, duro y macabro de los tiros y los bombos se abrazaba con las piedras que se extendían de las manos para golpear plásticos irrompibles de cascos irrompibles de mentes irrompibles con bolsillos corrompibles.
Afuera una extensión de sueños se quería despertar y pensaba que lo hacía, que se daba vuelta el partido, que el equipo chico la puta que te parió le toreaba al Barcelona del Real Madrid y la historia se volvía a contar de atrás para adelante y veíamos esos titulares que parece que rompen la portada del siempre mentiroso diario.
En las casas la gente se indignaba y creía que se indignaba y si el vecino salía por qué carajo no salir, lo damos vuelta, con nuestros viejos no, mientras el gobierno gritaba que con los viejos sí, con los viejos, con tu vieja, con los niños, con las mujeres y con quien carajo quiera sí, sí y sí y al otro día iban a ir a visitar a policías (los únicos a los que les pagan para ir a las plazas a generar violencia bastante más que un pancho y una coca) y les decían que la próxima sean un poquito más DUROS así escarmienta la gente esa que anda revisando derechos como si el bien cayera como la lluvia sobre un jodido brote verde. Y no era lluvia, es sangre y la sangre se muere de diferentes maneras. Se muere cuando le pedís a un viejo que haga un esfuerzo: tenés que ser ladino para tirar una moneda de 750 pesos al suelo y decirle a un jubilado “ahora agachate, levantá la plata y ya que estás ahí abajo, arrastrate hasta chuparme el dedo gordo”, que es, más o menos, lo que hace el poder más cruel de la historia. ¿El más cruel de la historia? Claro. Se refugian detrás de la decepción democrática que generaron prometiendo cosas que no pasaron, y luego ya con la chota en la mano y tiradores agarrados del calzoncillo gritaron a viva televisión que iban a hacer todo lo que están haciendo: brutos corderos amaestrados los votaron igual porque nadie le cree al malo del todo. Mucho dulce de leche en el bigote. Mucho ybuehnismo esperando que el péndulo te tire un cien.
Cuando una persona por la calle nos dice en una pelea que nos va a matar, nos mandamos por ahí a una escena de pugilato a las trompadas porque sabemos que realmente no nos va a matar, es una bravata, una provocación. Pero ahí están. La gente se está muriendo y quienes no se mueren ven sus vidas apagarse en un pasillo de pena macabra: incluso su fan base que ama a los ojos color celeste como celeste es el manto de la Virgen y celeste se pone la piel en descomposición, no siente pletórica felicidad por absolutamente nada. Incluso cuando suponen que están felices, están enojados: las zanahorias que les puso a esos conejos rabiosos es fue y será una revancha contra sus vidas, que sería meter en cana gente. Pero ninguna, y te digo NINGUNA medida del gobierno benefició a nadie que no tenga varios autos y varias propiedades y el lomo sucio. ¿Por qué no hacen sushi de pollo los asiáticos?
Ahí entonces en la tumba gigante inmóvil, esa que casi casi se vende en las crisis de 2001, el Congreso, vimos pasear a valientes y a cobardes, a charlantes y a mudos, a personas que leían y personas que decían lo que sentían, a provocadores y a delincuentes, a traidores y justos, a amores y odios... y nada más.
Dicen que cuando no tenés muy en claro lo que tenés que decir mejor es quedarse callado.
Mejor hago eso. O miro a mis gatas lamerse. O pienso qué hubiera pasado si todo el mundo indignado hubiera poblado los barrios militando, sirviendo un vaso de mate cogido, guardando el SameSong en la campera mientras escuchaba un poquitito más al caldo de carne real de la sopa de mierda que somos que se comen los lechones de la comodidad.
Algo más: voten bien mirando a quién.
Plic plic plac ploc besos por celular y fotoselfies de barbero, trenchs, boards, pigs, I-funks, I-Fuck, I-You, bicis plegables y balazos de seitán también.
Por ahí no le choreamos el gorro al diablo pero le tiramos de la lana y se empieza a desilachar.
O NO.
Por suerte llegan las fiestas y el niño Jesús nos traerá la paz en las que juntos con nuestras familias y amigos podamos mirarnos a los ojos y cantar el Aurora en la que alta en el cielo, un aguila guerrera, audáz se eleva en vuelo triunfal. Azul un ala, del color del cielo, azul un ala, del color del mal.
Xoxo.
1 comentarios:
Muchas gracias compañero.
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